Capítulo 682

Apenas un momento atrás habia caminado con tanta elegancia, pero ahora estaba preocupada por los detalles más pequeños.

“Ya es tarde, vamos a volver!” Marisol tiró de su manga y siguió adelante. Había carros pasando por el cruce, así que se detuvo un momento, pero justo al retomar su paso exclamó sorprendida, “¡Ay!”

Al revisar su zapato, el tacón se había roto.

Normalmente no usaba zapatos de tacón alto, solo tacones de tres o cuatro centímetros, pero el problema fue que las calles de adoquines atraparon su tacón, y aunque afortunadamente no se torció el tobillo, caminar se había vuelto un desafío.

Después de cruzar la calle cojeando, Antonio, que caminaba a su lado, dio unas profundas caladas a su cigarrillo, lo apagó y lo tiró en la papelera más cercana. Se apresuró, se agachó y extendió sus brazos hacia atrás.

“¡Sube!”

Marisol, viendo su ancha espalda bajo la luz, se quedó perpleja, “¿Eh?”

“¡Te digo que subas, te llevaré!” Antonio giró la cabeza instándola a apresurarse.

Marisol seguía parada sin moverse, indecisa y coqueta, “No hace falta, aún puedo caminar y creo que el estacionamiento no está lejos.”

Antonio hizo caso omiso y mantuvo su postura.

Al ver que no tenía otra opción, Marisol mordió su labio avergonzada y subió a su espalda, pasando sus brazos alrededor de su cuello como un mono, con las piernas elevadas y sujetas por los brazos estirados de Antonio. Al ponerse de pie con facilidad, continuaron su camino.

Con todo su peso sobre él, Marisol no pudo evitar preguntar, “Antonio, ¿soy muy pesada?”

“Es hora de adelgazar,” respondió Antonio.

“…” Marisol se sintió afligida. Desde tiempos inmemoriales, para las mujeres, aparte de la belleza, lo que más les importa es su peso. Se retorcía, lista para bajarse, “¡Déjame caminar sola!”

La fuerza en los brazos de Antonio se intensificó, levantándola aún más.

una sonrisa maliciosa y agregó con un tono travieso, “¡Estando más gordita, se sentirá mejor

el resto, ¡siempre supo que no podía esperar nada bueno de su

ya no estaba tan

orilla del río cada vez más lejana, no pudo evitar susurrar,

exnovio?” Los músculos del brazo de Antonio

respondió Marisol sin dudarlo.

le recordaba a la universidad y, tal vez porque acababa de enterarse de la verdad detrás de Rodrigo, no se trataba de arrepentimiento por esa relación, sino

que lo pensaba, además de los momentos amargos y desagradables de

en seco y, sin previo aviso,

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ཅ ༀ རྫཌ

un fuerte

sentada en el suelo, gritando de dolor, “¡Oye!”

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hace eso? ¡La había lanzado sin

afortunadamente tenía buenos reflejos, de lo contrario se

y una expresión intencionadamente fría, Antonio no mostró ningún signo de disculpa, soltó un

los glúteos doloridos y maldijo en silencio, intentando levantarse cuando

volvió a cubrirla mientras él se inclinaba para levantarla y la cargaba de nuevo, “¿Él alguna vez te llevó así?” “No…”

que la calle ya no estaba muy concurrida, su gesto tan íntimo

la mirada, sus pestañas temblaban

y, al mirar su rostro de rasgos marcados, recordó sus acciones recientes.

con

se quedó perpleja, su respiración pareció detenerse por un momento, y con un gesto torpe abrió la puerta del carro

¿por qué era ella la que se sentía avergonzada?

ceja, observando cómo el rubor se extendía hasta sus orejas mientras esbozaba una media sonrisa y caminaba hacia el asiento del conductor.

noche era larga en casa, así que por supuesto, no fue desaprovechada. Sin ir a la habitación, Marisol terminó siendo sometida en el sofá de la sala, hasta que finalmente, fue llevada de

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