Capítulo 746

“¡Incluso se puede llegar tarde a casarse!”

Marisol aún recordaba cómo, cuatro años atrás, cuando fueron a registrarse para casarse, él murmuró en desagrado, “¡Incluso se puede llegar tarde a casarse!” Así que, cuatro años después, al procesar los trámites de divorcio, ella había puesto la alarma intencionadamente temprano y estaba esperando frente a la puerta de la oficina de registro civil incluso antes de que llegaran los empleados.

Decir que había puesto la alarma era una cosa, pero lo cierto es que había abierto los ojos mucho antes, habiendo pasado casi toda la noche en vela.

Hace cuatro años era una mujer con el corazón roto, y hoy, iba a ser una mujer divorciada…

Marisol se rio de sí misma y se tocó las ojeras frente al reflejo en la puerta de cristal.

A las ocho en punto, el registro civil abrió y los empleados comenzaron a llegar uno tras otro, justo cuando en Porsche Cayenne negro irrumpió en la luz del amanecer, frenando bruscamente y dejando marcas en el suelo.

La puerta del conductor se abrió y Antonio saltó fuera del coche.

No sabía si él tampoco había descansado bien la noche anterior, pero sus ojos encantadores estaban llenos de finas venas rojas. Subió los escalones de concreto rápidamente y, al verla, su boca se curvó en una sonrisa fría, “Oye, ¡qué puntual!”

Marisol extendió sus manos en un gesto de indiferencia.

“¿Trajiste el certificado de matrimonio?” le preguntó Antonio, entrecerrando los ojos.

Marisol asintió, “Sí, ¡tengo todos los documentos necesarios!”

Después de responderle, lo vio parado ahí, como una estatua, manteniendo una mirada fija con ella por un buen rato sin moverse. Ella frunció el ceño y le dijo, “Antonio, ¿no vamos a entrar?”

“¡Entremos!” Antonio le dijo entre dientes.

El viento levantaba su cabello mientras Marisol lo observaba alejándose hacia el interior, suspiró y lo siguió rápidamente.

El empleado del registro civil tomó los documentos y el acuerdo de divorcio que habían presentado, los revisó cada uno y luego levantó la vista, preguntándoles de manera rutinaria, “Sr. Antonio, Sra. Marisol, ¿han acordado totalmente el divorcio?”

Marisol miró a Antonio, que permanecía en silencio, y tuvo que hablar ella misma, “Sí…”

“Clang, clang.”

del sello de acero cayendo resonó dos

era insensible a tantas rupturas matrimoniales, sólo le dijo con un tono de voz indiferente, “Los trámites están

el día en que

“criiii“, y Antonio, quien había tomado uno de los documentos, se levantó y se

verlo, Marisol se apresuró a tomar su copia y lo siguió fuera de

ni diez minutos. Mirando el certificado de

ya había bajado el último escalón de concreto y su figura erguida se giraba hacia ella, con su

ahora en adelante, serían extraños.

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ser como esas mujeres en los dramas de

del gobierno es cada vez mayor, el proceso

cosas con precaución y detalle, pero para el divorcio, siempre que ambas partes estén de acuerdo y hayan firmado el

gruñó, su expresión era perezosa e

“Antonio, ya

cirugía esta mañana“, le respondió Antonio, sus

el certificado de divorcio en su bolso y continuó, “Esta noche me quedaré en un hotel. Algunas de mis cosas

allí“, le dijo Antonio frunciendo el ceño. En efecto, ella no tenía dónde vivir por el momento. Un hotel por una o dos noches estaba bien, pero no podía ser una solución a largo plazo. Marisol abrió la boca para protestar, pero

tensos por la respuesta obviamente cortés

su Cayenne y abrió la puerta del copiloto. “Sube, te llevo. Me

necesario…“, Marisol se quedó parada sin moverse, negando con la cabeza ligeramente, “Ya que estamos divorciados, mejor no te

quieras“, le respondió Antonio, su expresión de

sentaba en el asiento del conductor. Al arrancar el motor, a

mano de Antonio en el volante se detuvo por un

mañana enmarcó su figura como si fuera oro, haciéndola parecer distante

“¡Adiós, Antonio!”

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