Capítulo 752

La enfermera miró a Marisol con asombro, luego a Antonio con su rostro tenso, y sin atreverse a decir más, asintió ligeramente y se alejó rápidamente.

Antonio, cuyo pecho aún subía y bajaba ligeramente por el apuro de su caminar, terminó su ronda saliendo del cuarto de Jacinta. Al pasar por la estación de enfermería, escuchó que le decían que ella había venido a buscarlo, lo que le recordó muchas noches de guardia en las que ella lo acompañaba.

La alegría en su corazón brotaba como brotes de primavera, pero se enfrió a la mitad en el instante en que escuchó sus palabras.

Al sentir esa mirada familiar, Marisol giró instintivamente la cabeza y se encontró con la mirada de Antonio.

Con las manos en los bolsillos de su bata blanca, Antonio tenía una mirada profunda bajo la luz imposible de descifrar, pero sus labios esbozaban una perezosa sonrisa, “¿Qué haces parada en la puerta? ¡Entra a la oficina para hablar!”

Marisol lo siguió después de verlo pasar.

Al entrar y cerrar la puerta, Antonio la cerró detrás de sí, y el seguro hizo un suave “clic“. Marisol se volteó inmediatamente y le preguntó con el ceño fruncido, “Antonio, ¿por qué cierras la puerta?”

“¿Qué problema hay con eso?” Antonio le preguntó con desgano, mirándola con superioridad.

Marisol mordió su labio, “Es tarde, en la oficina solo estamos tú y yo, no parece apropiado.”

Ella conocía bien esa oficina, tenía recuerdos de muchos momentos íntimos allí, y ahora en medio de la noche, solos…

“¿Qué tiene de inapropiado?” Antonio le replicó con confianza, mirándola desde arriba, “¡No estamos haciendo nada indebido!”

Marisol se quedó sin palabras.

Él siempre sabía cómo provocarla…

Bajó sus pestañas rápidamente para esconder la marea de emociones en sus ojos, y se adelantó para sentarse en una silla.

Antonio se acercó al dispensador de agua, “¿Quieres agua?“.

“No necesito nada,” le respondió Marisol, y después de calmarse un poco, le dijo, “Vine a hablarte del asunto de la casa. Fui a la oficina de abogados esta tarde, y el abogado Pérez me dijo que ya habías

a mi nombre.”

Antonio se sentó en el borde de la

sus largas piernas, y aunque había tela de por medio, podía sentir una sensación inusual en su

desde abajo, “¿Por qué hiciste eso? Cuando nos divorciamos, te dejé muy claro que no quería

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casa no está incluida en eso,” le

Marisol frunció el

mirada de Antonio la

dije que esa era nuestra

Marisol tragó saliva.

había dicho que era su casa de bodas, sino también

dedos entrelazados sobre sus rodillas, Marisol se enderezó un poco, “Antonio, no quiero la casa. Cuando tengas

lazos conmigo,” se burló

apretó los labios, pensó en algo pero no se lo dijo.

Antonio cayó sobre ella, “Sì insistes en pensar así, como te dije antes, considera la casa como una compensación por los cuatro años que dormiste

quiero…” Marisol comenzó

la oportunidad de devolvérmela,” le dijo Antonio con voz grave, “¡Quédate con la casa, y déjame en paz!”

callada en

fue por el tono demasiado profundo de su voz al final, o tal vez porque aquella casa le había dejado tantos hermosos recuerdos que no podía evitar sentir un gran apego,

le respondió Antonio.

aún quedan muchas de tus cosas, las

ceño, “Déjalas ahí por ahora, ya

se levantó de la silla, “Entonces, estás ocupado, me

que te lleve?” Antonio la miró

mencionar que él aún estaba de guardia,

salió directamente de la oficina.

“¡Marisol!”

de repente escuchó su

se volteó, escuchando su voz profunda como copos de nieve que caen suavemente, “En los cuatro años

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