Capítulo 780

Ese día, Marisol probablemente había recibido más “cargas de princesa” que en toda su vida.

Antonio movió la silla con sus largas piernas y colocó a Marisol sobre ella como si fuera una muñeca de cristal. Al soltarla, no pudo evitar acariciarle la cabeza.

Ese gesto era demasiado íntimo….

Cuando no estaban divorciados, casi era un acto reflejo suyo.

Marisol mordió su labio y desvió la mirada, pero lo que vio frente a ella fue una mesa llena de platos dispuestos con esmero, eran seis platos y una sopa,

Incluso si llamaran a dos personas más, jhabría suficiente para todos!

¿Había estado ocupado en la cocina mientras ella dormía?

No es de extrañar, en sus sueños, siempre escuchaba el ruido de la cocina, y Marisol notó que los platos tenían mucha carne y verduras, lo que demostraba su esfuerzo, especialmente ese caldo de pollo que llenaba el comedor con su delicioso aroma.

Con los dientes apretados, le dijo con voz firme, “No tengo hambre!”

Antonio le abrió las manos y le puso los cubiertos en cada una, con una mirada perezosa pero un tono firme, “Aunque no tengas hambre, debes comer, ahora no estás sola, tienes un hijo que alimentar!” Al escuchar esas dos palabras, su respiración se detuvo y sus manos se cerraron aún más fuerte. Después del divorcio, aparte de la noche de su cumpleaños, en verdad había pasado mucho tiempo desde que habia comido algo preparado por él. Durante los cuatro años anteriores, casi todos los días podia disfrutar de su cocina, incluso durante esos tres años en que su relación se enfrió, ella siempre le preparaba el desayuno, tanto que después del divorcio, le resultaba dificil disfrutar de la comida a domicilio.

El sabor de la comida que ahora comia la llenaba de una vergonzosa nostalgia.

Después de quedar embarazada, su apetito había disminuido considerablemente, aunque ahora no se sentía tan mal como al principio, cuando constantemente sentia náuseas. Hace unos días, cuando regresó al pueblo y probó la comida de su tía Perla, también se sintió así.

Pero curiosamente, frente a la mesa que él había preparado, su apetito se despertó y no pudo controlar el impulso de alcanzar con los cubiertos.

Antonio se sentó frente a ella y le preguntó, “Marisol, ¿tus malestares han aumentado en estos días?”

“No mucho,” le respondió Marisol, mirando hacia abajo.

“¿Y qué más?“, continuó preguntándole Antonio.

le dijo Marisol con

la baja presión

los cubiertos en la mano, “Antonio, ¿me vas a dejar comer

sonrió y dejó de hablarle de eso, tomando un tazón vacio y sirviendo un caldo

puso a su lado. “Bebe más de este caldo, es bueno para el bebé.”

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El bebé…

preguntado tanto, y cada pregunta reflejaba su preocupación por el

claro que quería al bebé, advirtiéndole que

por el bebé.

la mirada y apretó los cubiertos con

hacer algo, Antonio

bata de cirugía que había dejado en el sofá

aeropuerto.

y miró el reloj en la pared,

algo que

esperanza brilló

entrecerró sus ojos encantadores y le advirtió, “Marisol, más te vale no intentar llevarte a mi hijo mientras no estoy.

lo miró

realmente había tenido esos pensamientos en ese instante, justo como él

dibujaba en los labios de Antonio, pero sus ojos destellaban

la tarde, esa noche no

punto

la pantalla, contestó y preguntó con impaciencia, “¿Qué quieres? ¿Estás comprobando si

una risa grave de Antonio. Él fingió reflexionar algo y le dijo,

evitar rodar los

mano al vientre, preocupada

llamas realmente?”

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