Capítulo 510 Puedes intentarlo

“¡Tío Lobo, tienes razón! ¡Cómo es posible que Derek Jantz sea comparable a ti! ¡Eres un Gran Maestro Mayor!” Franco trató de apaciguarlo halagándolo.

No se atrevió a pisar los dedos de los pies de Wolf, ya que este último era su respaldo más poderoso en este momento. A pesar de que era el joven heredero de los Cooper, no tenía más remedio que ser respetuoso con todos los Grandes Maestros Mayores de la familia.

“Mocoso, si te arrodillas y me disculpas ahora, podría concederte una muerte rápida. ¡De lo contrario, solo te culparías a ti mismo cuando llegues a un final espantoso! Lobo gruñó, desatando un aura petrificante. ¡En una fracción de segundo, toda la habitación estaba envuelta por su imponente aura!

Al momento siguiente, Franco sintió una opresión en el pecho y comenzó a tener dificultad para respirar.

Al sentir el aura imponente de Wolf, el rostro de Lizbeth se puso pálido de inmediato. Mirándolo boquiabierta, no pudo evitar jadear por aire.

Al ver a Lizbeth sin aliento, Jared estiró su mano para sostener la de ella. Una ola de pura energía espiritual inundó su cuerpo en cuestión de segundos. En un abrir y cerrar de ojos, Lizbeth sintió que su incomodidad se aliviaba cuando una ola de calor fluyó por todo su cuerpo.

Después de bastante tiempo, Wolf dejó de emanar su aura y miró a Jared con frialdad.

“Jared Chance, independientemente de lo poderoso que seas, no hay salida para ti y tu mujer cuando el Tío Wolf está cerca. ¡Será mejor que te arrodilles y te disculpes con él! Franco espetó triunfalmente.

de Lizbeth se sonrojó cuando Franco se refirió a ella como la mujer de Jared. No pudo resistirse

una risita. “Si

siguiente, se desvaneció en el

el mundo estaba estupefacto. Pronto, Franco se vio abrumado por una repentina sensación de problemas. Estuvo

voladora a su entrepierna, lo que resultó en una

a la cara de Franco cuando apretó las piernas de inmediato y dejó escapar

de los Cooper se llevaron las manos a

por la columna de Wolf, ya que

el sentido, Jared ya había regresado a su

a Franco continuamente, tratando de

¡Dios mío! ¡Su parte privada está

Lobo, mátalo… mátalo…” Franco pidió incoherentemente con un

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