—No hay ningún problema. Sólo no olvides la promesa que hiciste. Anoche tuve un gran sueño, ¿sabes? —Ángel sonrió de forma diabólica.

—No lo haré. Con eso, Cecilia sacó a los demás del palacio, y Ángel los siguió.

Cuando era casi mediodía, se pudo ver a Porfirio llegando a la entrada del Palacio Carmesí con varios hombres.

Los que venían con él eran Grandes Maestros de las Artes Marciales, mientras que el propio Porfirio era un Semi Marqués de las Artes Marciales.

La gente del Palacio Carmesí no era rival para ellos.

—Dama Campana, ¿se ha decidido? Mientras todos en el Palacio Carmesí me reconozcan como su líder, prometo que todos aquí tendrán una gran vida —dijo Porfirio, mirando con lascivia a Cecilia.

—Humph. ¡Animal desvergonzado! Nunca me rendiré ante ti —Cecilia se enfureció.

La expresión de Porfirio se volvió fría, su mirada se entrecerró y su cuerpo exudó un aura asesina.

—No seas tan descarado. Si ataco de verdad, traeré a todos los discípulos del Palacio Carmesí a la Secta Bestia Divina y les dejaré disfrutar

—Nunca nos rendiremos, incluso si morimos. No te atrevas a pensar que puedes actuar como quieras sólo porque tienes a la Secta Bestia Divina apoyándote. ¿Te digo qué? He encontrado a alguien que nos ayudará a enfrentarnos a ti. Señor Calderón, por favor, salga —gritó Cecilia.

Ángel salió y miró con frialdad

sus hombres todavía se

a Ángel,

—¿Quién demonios eres tú?

un poco inseguro al ver que

atrevían a hablarle a Porfirio de esa manera sin duda tendrían gente

soy yo? Bueno, déjame decirte esto. Soy alguien que incluso la Secta de la Bestia Divina tiene que mostrar su respeto. Entonces, ¿quién demonios eres tú? Te aconsejo que te pierdas de inmediato. No me

quiso sacar a relucir la Secta de la Bestia Divina

repente, Porfirio descartó su aura asesina y

no reconocer quién eres. De verdad que no sé de qué familia eres. Además, espero que podamos ser amigos en el

cigarrillo y se lo ofreció a Ángel con

alivio. «Si Porfirio tiene tanto miedo, el Palacio Carmesí seguro que

idea de tener que

el cigarrillo, se lo puso en la boca

su mechero y estaba a punto de encender

Horacio Calderón. Trabaja en el Departamento de

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