Jaime los miró. Los cuatro hombres llevaban ropas idénticas y compartían apariencias similares. No hace falta decir que eran cuatrillizos.

El rostro de Jaime se tornó solemne porque los cuatro eran marqueses de las artes marciales.

—¿Quiénes son todos ustedes? ¿Dónde está Sion? —les preguntó Jaime.

—No tienes que saber nuestra identidad. ¡Lo único que tienes que saber es que nosotros cuatro seremos los causantes de tu muerte! —respondió uno de ellos.

Jaime se enfureció tras escuchar eso.

—¡Maldito seas, Sion! Sal si no eres un cobarde, viejo tramposo.

—Puedes dejar de gritar. Si eres capaz de matarnos, el presidente Zapata se mostrará.

Con eso, una capa de luz envolvió sus cuerpos mientras los cuatro hermanos liberaban simultáneamente sus auras. Sin embargo, sus auras eran de diferentes colores, indicando la diferencia en su técnica de cultivo.

El hermano mayor, Amon, soltó una sonrisa siniestra y dijo:

—¿Eliges acabar con tu propia vida o quieres que nosotros hagamos el honor? Si eliges hacerlo tú mismo, morirás sin dolor. Si deseas que nos encarguemos nosotros, sufrirás…

con él? Mira su piel suave y tierna. Aunque queramos matarlo, deberíamos

pudo evitar estremecerse al escucharlos. Miró fijamente a los

marqueses de las artes marciales como

dio un paso adelante y emitió

a los cuatro hermanos con desdén

imprudente. Te enviaré al infierno

de precipitarse hacia Jaime, lanzando ondas de energía

cuidado. Este tipo tiene muchos tesoros encima

un puñetazo en el hombro, por lo visto queriendo que Jaime no pudiera

—¡Son unos ruidosos!

cuando notó que Darío

—¡Puño de Luz Sagrado!

cegadoras envolvieron su puño, condensando el Poder de los Dragones. Una fracción de

¡Boom!

intención asesina llenó la atmósfera mientras estallaba una ráfaga de luz dorada. De

autocontrol. Si hiere de gravedad

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