Jaime abandonó entonces la Secta de la Bestia Divina. Mientras tanto, Doroteo seguía inquieto. Al final, apretó los dientes y se levantó, dejando la Secta de la Bestia Divina y dirigiéndose a Campo Salvaje, al pie de la montaña.

Quería ir a buscar a Clemente. Como Jaime seguía vivo, el asunto era ahora complicado.

La Secta de la Bestia Divina no tenía la capacidad de lidiar con el hombre en ese momento, así que quería ver qué ideas tenía Clemente.

Cuando salió de la Secta de la Bestia Divina y se dirigía a Campo Salvaje, una figura salió de la oscuridad. No era otro que Jaime. En realidad, Jaime no se fue. En cambio, había estado esperando a Doroteo.

Al ver la frenética salida de éste, sus ojos se entrecerraron en rendijas.

—Seguro que he dado en el clavo.

Siguió de inmediato a Doroteo, que lo ignoraba por completo.

En la residencia de los Rodríguez, Clemente estaba encantado. En ese momento, Cecilia estaba tumbada en la cama, incapaz de mover un solo músculo debido a la magia que la mantenía inmóvil.

Clemente, que acababa de ducharse, indicó a su ayudante:

—Voy a descansar. Nadie puede interrumpirme. No interrumpan mi diversión.

El ayudante asintió fervientemente.

—¡Entendido, señor Clemente!

los ojos en Cecilia, que seguía en la cama, sus ojos brillaron de forma

vio al hombre, gritó a

vas a pudrir en el infierno, cabr*n!

a Clemente. Sus labios se curvaron en una

hasta quedarse ronca,

decía eso, se abalanzó

seguían pasando por su

dicho que no me molestes?

Dice que necesita hablar con usted urgentemente

de

¿Por qué ha venido ese tipo

razón, pero parecía frenético,

entendido! —espetó Clemente con

Cecilia en la cama con la desgana escrita

Lady Campana. Vuelvo

la habitación y se dirigió al salón principal.

urgente para que haya venido hasta aquí en medio de la noche e interrumpir

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