Todos empezaron a discutir, y la identidad de Diego pronto se difundió entre la multitud. Sin embargo, Diego no podía molestarse. En ese momento, lo único que quería era matar a Jaime y tomar su esencia dracónica y su Alma Naciente. Ni siquiera sé si volveré a venir a Cananea. Debo aprovechar esta oportunidad.

—¡Oye, mocoso! No importa qué trucos hagas, debes morir hoy. —Diego pensó que Jaime le estaba jugando una mala pasada al convocar a tanta gente para presenciar la pelea.

—¡Hmph! ¿Crees que necesito trucos para derrotarte, viejo? —Jaime se burló—. Sin embargo, la Isla Encanta es en verdad un buen lugar. ¡De hecho te ayudó a conseguir el Alma Naciente! Apuesto a que hay algunas ruinas antiguas en la Isla Encanta. Si no, ¿por qué tendrías una energía espiritual tan densa?

Diego entrecerró los ojos y dijo:

—No tienes que preocuparte por si la Isla Encanta tiene ruinas antiguas. Has alcanzado el Alma Naciente a una edad tan temprana. Además, lo has conseguido en un lugar con energía espiritual limitada. Parece que escondes muchos secretos. Aunque eres fuerte comparado con tus compañeros en el mundo de las artes marciales, ¡no eres nada comparado conmigo! Sin embargo, ya que has trabajado tan duro para cultivar, me quedaré con tu esencia dracónica y tu Alma Naciente y te dejaré conservar tus tres almas y tus siete sentidos. Es hora de que te conviertas en un plebeyo.

Con eso, el aura de Diego explotó. Los árboles de los alrededores se desplomaron, e incluso la multitud que se encontraba a unos cientos de metros pudo sentir su poderosa aura. Al sentir eso, la multitud retrocedió.

se expuso al instante. A diferencia de otros artistas marciales, el aura de Diego era más pura e

el aura de Diego. Casi de inmediato, su cuerpo comenzó

importa. ¿Por qué sigues protegiendo tu cuerpo? Deberías proteger tu Alma Naciente. —Después

también liberó una ráfaga de energía espiritual y saltó hacia

se estaban probando el uno al otro, pero

Parecían tener la misma fuerza. En ese momento, unos autos se detuvieron en

salir de uno de los coches. Estaba allí para presenciar lo fuerte que se había

Salazar

al ver al señor Salazar. Se

—Señor Salazar.

Salazar asintió ligeramente en respuesta. Sin decir una palabra, saltó y aterrizó en la cima de una montaña para observar la pelea entre

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