El despertar del Dragón

Una mirada de temerosa reverencia era visible en los ojos de aquellos que posaban su vista en la armadura sobre el cuerpo de René mientras se deleitaban en aquel brillo sagrado.

Incluso Jaime estaba bastante sorprendido por el repentino giro de los acontecimientos. ¡No esperaba que esta armadura de aspecto normal fuera tan poderosa!

Edgar entró en pánico. Al instante activó su magia para atacar una vez más.

A pesar de sus esfuerzos, no volvió a aparecer la niebla negra. Ni siquiera se veía el brillo negro de su cuerpo. Además, su aura había disminuido en cantidad.

Edgar gritó pidiendo ayuda en su mente, intentando preguntar al espíritu de su cuerpo qué ocurría. Pero su intento fue en vano, ya que no obtuvo respuesta.

Una mueca espantosa se dibujó en su rostro y su cuerpo tembló por si solo. La aprensión y el asombro afloraron a los ojos de la estatua de sireno en cuanto vio la armadura blanca.

—¿Qué ocurre, Jaime? —preguntó René, aturdida.

Era como si se hubiera desorientado antes, ya que era incapaz de recordar lo que acababa de ocurrir.

—No pasa nada. Sólo tienes que mantenerte al margen. No te asustes —la consoló Jaime.

Ella asintió mientras su armadura desaparecía poco a poco de la vista de todos.

desaparición de su armadura, Sion

que por eso mi patada no la hirió antes! Esa armadura tiene que ser un objeto

por arrebatar esa armadura de inmediato y lo habría hecho si hubiera

cuando la multitud aún se bañaba en aquel resplandor sagrado,

de una manera drástica mientras

rápido. Una luz dorada surcó el aire cuando su poderoso puñetazo aterrizó en el pecho de Edgar, lanzando a su enemigo

¡Pum!

el trono y

impacto debilitó de nuevo la

rostro pálido, Edgar luchó por levantarse del suelo. La furia ardía en sus ojos, pero no podía hacer nada. Sin el espíritu, su

de Edgar, Jaime

todo lo que tienes?

mientras miraba fijamente a Jaime. Al sentir el aura procedente de

la vista hacia Sion, con la esperanza de

hoy. —Jaime lanzó un golpe con la

—¡Detente!