El despertar del Dragón

—Perdón. No somos de aquí, y por eso no estamos familiarizados con las normas... —Forero se apresuró a explicarle al joven.

—¿No son de aquí?

El joven midió a Jaime y a los demás antes de continuar:

—Como no conocen las normas, esta vez lo dejaré pasar. Adelante, presenten sus respetos.

—Claro, claro. —Forero asintió sin parar.

Mientras tanto, Colín, que observaba el intercambio entre los dos hombres, estaba bastante disgustado con la arrogancia del joven. Además, se sentía demasiado avergonzado por el comportamiento cobarde de Forero.

Después de todo, solía ser vástago de una familia adinerada, y no le gustaba que le trataran así.

—¿Quién eres tú para decirnos que presentemos respetos? Es ridículo pedirnos que rindamos pleitesía a una estatua —le dijo Colín al joven.

Sus irrespetuosas palabras ofendieron al joven, que se enfureció al instante. Al mismo tiempo, los guardias blindados rodearon a Colín.

—¡Insolencia! ¿Cómo te atreves a faltar al respeto a nuestro príncipe heredero? Parece que tienes ganas de morir.

Tras decir esto, uno de los guardias desenvainó su sable y cargó contra Colín.

Una expresión de desdén apareció en el rostro de Colín. No le asustaba lo más mínimo el ataque, pues sabía que aquellos guardias no eran rivales para él.

hombre agarró el sable sin esfuerzo antes de lanzar una patada

volando por los aires, el resto

pelear —Forero se

del cuerpo del hombre creó una inmensa presión que detuvo el avance de los

sintió el aura de Forero, su expresión cambió y una arruga

con incredulidad,

—Retírense todos.

guardias escucharon la

nuestros respetos enseguida. Lo haremos ahora

cortesía al joven antes de arrastrar a Colín y

para descubrir el secreto

seguía bastante disgustado,

escuchar al

había dicho, Colín no se atrevió a decir

templo y se arrodillaron ante la

rodillas tocaron el suelo, una tenue luz blanca salió

notaron nada raro, Jaime frunció las cejas y

cuando Jaime se arrodilló, sintió que un leve rastro de energía espiritual era succionado de su cuerpo y entraba en

pasa algo —dijo Jaime en voz