Al ver aquello, Jaime tuvo que retraer el Poder de los Dragones.

En un instante, su campo de elixir quedó sellado, y su aspecto no difería en nada del de una persona corriente.

—Adelante —invitó el hombre de vello facial abundante.

—Gracias, Tercer Anciano —dijo Fernando con una cortés reverencia.

Luego condujo a Jaime al interior del edificio.

Dentro, Jaime percibió una leve fragancia. La olió con fervor y en seguida frunció el ceño.

Como alquimista, Jaime conocía esa fragancia. Procedía de un árbol que emitía ese aroma cuando se quemaba.

Sin embargo, la fragancia no se utilizaba para refrescar el aire. De hecho, se utilizaba igual que el formaldehído para reducir la putrefacción. Así, los cadáveres no se pudrían durante mucho tiempo después de ser fumigados con el humo.

Jaime no podía entender por qué se utilizaba esta especia en la finca de la familia Gabaldón donde vivía el Gran Anciano.

averiguar qué estaba pasando, Fernando se

Anciano. Lo he traído aquí —declaró tras

se fijó en un anciano sentado en el asiento de

tenía la piel arrugada. Parecía a

ojos eran agudos y brillantes. Uno supondría que estaba muerto si no fuera por sus

tan absorto mirando al Gran Anciano que no

Jaime con ansiedad—. ¡Ahora formas parte de la familia Gabaldón, así que es un pecado no inclinarse ante

se puso de rodillas. No era un Gabaldón y nunca se había

Gran Anciano! —dijo

cabeza de Fernando, que temía que el Gran Anciano se enfadara por la

en cólera, el

—Tome asiento.

Fernando se quedó estupefacto.

rodillas. ¿Por qué el Gran Anciano es tan amable hoy que Jaime está aquí? Nos pide

se sentó. Sin embargo, Fernando no se

favor

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