El despertar del Dragón

Mientras tanto, Saulo miraba a Evangelina, con los ojos llenos de desconcierto.

«¿Cómo es posible que un retrasado que no desprende aura alguna, rescate a Jaime de la matriz arcana con tanta facilidad?».

La respuesta se le escapaba a Saulo.

«Espabila. Aunque Jaime no esté prisionero, aún tienes la reliquia sagrada de artes marciales y eres capaz de matarlo. ¡Hazlo ya!». Le recordó el espíritu dentro del cuerpo de Saulo.

Cuando recobró el sentido, el cetro que llevaba en la mano empezó a brillar, desatando un aura aterradora. El aura por sí sola era suficiente para presionar a un marqués de las artes marciales a derramar sangre y morir.

En cuanto percibió el enorme poder del aura, Jaime frunció el ceño. Sin embargo, sabía que no era el momento de ir con todo por Saulo. Con Josefina encerrada de nuevo en una mazmorra, salvarla aquel día ya no era posible.

Por lo tanto, tenía que sobrevivir, pues su muerte acabaría con cualquier posibilidad de rescate de Josefina. Con ese pensamiento en mente, Jaime saltó por los aires para huir.

Obviamente, Saulo no iba a darle la oportunidad. Blandiendo el cetro en su mano, desató una fuerza devastadora para arrollar a Jaime.

Apretando los dientes, Jaime no se atrevió a aminorar el paso. Todo lo que podía hacer ahora era rezar para sobrevivir al ataque de la reliquia sagrada de artes marciales.

¡Bum!

estruendoso estruendo, se desataron poderosas ondas de choque en

gravedad por el ataque masivo, Jaime se sorprendió cuando

—¿Qué está pasando?

de curiosidad, se dio la vuelta para

lo seguía por detrás. Era evidente que ella lo

de Evangelina. No podía permitir que la mataran después de que Casio le hubiera ordenado que

examinarla a toda velocidad, se dio cuenta de que estaba ilesa. Aparte de eso, seguía allí con la

tanto, Saulo se quedó

—¿Cómo es posible?

Aunque es más débil que el verdadero poder de un santo de las artes marciales, la diferencia no es grande. ¿Cómo pudo haber fallado en dañar físicamente a

que un Marqués de las Artes Marciales estallara en papilla, y, sin embargo, no le hizo ni

cuenta de que Evangelina era mucho más dura de

cuerpo de Evangelina, Jaime se mostró escéptico, pues había pocos en este mundo que poseyeran un

más convencimiento

preguntarse si tendría algo que ver el hecho de que su cuerpo estuviera constantemente expuesto

tan sólo pudiera recuperar su presencia de ánimo