Saqueo de cadáveres

Al enterarse de que no había ninguna historia entre ellos, Josías suspiró aliviado por dentro.

—Siéntase libre de hacerlo, señor Lope de Vega —dijo con tono cortés—. Pero para que lo sepa, le había robado a Pascual varios objetos mágicos, así que yo…

—¡Bah! Solo es un puñado de sobras. Adelante, lléveselos. El cuerpo es todo lo que necesitamos.

Arconte agitó con calma la mano ante eso. Para la Secta Luminosa, ningún objeto mágico del mundo valdría un pimiento en presencia del cadáver de Jaime.

—¡Gracias, señor Lope de Vega! ¡Muchas gracias!

Josías no cesaba de expresar su gratitud.

Sixto, en cambio, parecía bastante molesto.

«Esos dos fanfarrones tienen mi edad, pero hablan con la nariz al aire. ¡Qué descaro que llamen chatarra a nuestros objetos mágicos!».

Después de todo, innumerables familias de los reinos secretos habían recurrido al Clan Artesano para forjar sus propios objetos mágicos.

Aparte de otras cosas, Sixto tenía los ojos puestos en Alba. La mujer era despampanante y equilibrada, por no mencionar que desprendía un aura celestial seductora. Era como la encarnación viviente de un ángel del cielo. Ni en un millón de años dejaría pasar la oportunidad de intimar con una dama como ella.

objetos mágicos del Clan Artesano. Dejando eso a un lado, el señor Jerez fue el que se cargó a Jaime. Sólo se apoderarán de su cuerpo sobre mi cadáver. ¡Todavía voy a humillarle lo suficiente como para

mientras

para asombrar a Josías, que

en su interior. Alba, por su parte, se sintió más que asqueada cuando vislumbró el semblante de

—se enfureció, golpeando de repente con la palma de la mano

intensa ráfaga de energía salió disparada en

y demasiado tarde para darse cuenta de que la mujer que tenía ante sus ojos, a tan

le oprimía, llevándolo al borde de la asfixia. Peor aún, le resultaba imposible mover el cuerpo a voluntad. Era como si estuviera a punto

hizo una mueca, pero ni siquiera pudo lanzar un grito

empujó su palma hacia Sixto y canalizó una fuerza para contrarrestar el aura de Alba. Sólo

clemencia en su nombre! Por favor, si pueden, ¡discúlpenlo por mí! Olvidaremos cualquier reclamación que pudiéramos tener

Arconte y Alba como si su propia vida estuviera en

Sixto estaba como un niño que se ha portado mal, bajando la cabeza en silencio. No pudo evitar encogerse al

después de haber pisoteado a Alba? ¿Acaso subestimas a la Secta Luminosa? —se burló Arconte. Su voz

se dio la vuelta y descargó una fuerte bofetada en la mejilla de Sixto. Tras

estuviera Pascual ante aquel

muy bien que Josías sólo intentaba

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