El despertar del Dragón

Dieciocho pilares

Jaime miró a Emiliano y sonrió.

—Bueno, tengo que agradecérselo a usted, señor Carrión de la Secta Vientofuerte. Si no, no habría roto la matriz arcana tan rápido.

Ni que decir tiene que Emiliano se quedó boquiabierto.

—¿Yo? ¿Por qué me darías las gracias?

Luol y los demás tampoco entendían a qué se refería Jaime. Después de todo, ¿por qué la desactivación de la matriz arcana tendría algo que ver con la Secta Vientofuerte?

—¡Por supuesto que tengo que darte las gracias! Si no hubieras ordenado a tus subordinados que forzaran la activación de la Matriz Trampa Mortal, drenando así su energía, ¡no la habría roto tan rápido! —exclamó Jaime con una ligera sonrisa de suficiencia—. Aunque había una Matriz de Trampa Mortal dentro del conjunto arcano, su poder se había debilitado con el paso de los años. Entonces conseguiste que tus hombres la rompieran y activaran la Matriz de Trampa Mortal, ¡que agotó la energía que le quedaba! Eso me facilitó mucho el trabajo, y lo mejor de todo, ni siquiera tuve que preocuparme de resultar herido…

Para entonces, el rostro de Emiliano se había ensombrecido y torcido en una mueca.

«¡Maldita sea! Hice que mi gente abriera primero la puerta de piedra porque quería tener ventaja... ¿Quién diría que eso le daría ventaja a Jaime?».

Arán no pudieron evitar soltar una carcajada. Sin embargo, sabían que el

si no estaba

una sonrisa se dibujó en sus labios al

todos al interior del Palacio

Emiliano no tuvo

de piedra. No sólo cada uno

las frías oleadas de energía negativa que los invadían constantemente les producían

extraño era el muro de piedra situado en el extremo de la plaza, que señalaba

pasando, señor Casas? ¿Es así de grande el palacio de Narciso? —preguntó

con la cabeza mientras desataba su sentido espiritual para penetrar el muro de piedra. Por desgracia, eso no funcionó porque no

tocaba a

Eso no puede estar bien... ¿Esto es todo lo que hay

sus subordinados

la plaza estaba vacía