Basta

—¿Cómo puede hacer semejante pregunta, señor Lanz? El señor Casas está aquí, ante nosotros, sano y salvo —dijo Zero.

Cleo no se molestó en mirar a Zero. Siguió con la mirada fija en Jaime, sin dejar de mostrar su incredulidad.

—Perseguiste al Tigre Llameante y te adentraste en la traicionera Montaña de las Bestias Demoníacas. ¿No estabas en grave peligro? ¿Y qué pasó con el Tigre Llameante?

Cleo sentía tanta curiosidad que no podía evitar preguntarse qué había ocurrido cuando Jaime se aventuró en las traicioneras profundidades de la Montaña de las Bestias Demoníacas y cómo había conseguido salir ileso.

Teniendo en cuenta la fuerza de Jaime, le resultaría casi imposible escapar de las garras de los peligrosos confines de la montaña.

Sin embargo, era evidente que Jaime permanecía sereno e ileso ante Cleo. Aquella visión dejó a Cleo asombrado y cautivado.

—Cleo, ¿conoces a Jaime? —Hada se sorprendió.

conocimos

Llameante una corta distancia, así que no me adentré en la montaña. Salí ileso porque me abrí paso

no mencionar nada sobre la doma del Tigre Llameante. Era su as bajo la manga, y pensaba mantenerlo

las Bestias Demoníacas sale con vida. E incluso si lo hacen, ¡al menos

de la mano

que irnos, Hada. El señor Higareda

punto de llevarse a Hada, ésta lanzó una rápida mirada a Jaime antes de zafarse con fuerza del agarre de Cleo. Su expresión se tornó grave e incómoda, indicando un cambio en

inmóvil un instante y miró a Hada con

infancia y sus familias

Hada y por qué se había

ya! La gente nos está mirando —dijo Hada mientras caminaba hacia la

Cleo la

Jaime, guiando a Evangelina y

ya estaba abarrotada de gente, y más de diez individuos estaban sentados en la plataforma elevada del centro. Eran con claridad figuras influyentes de

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