Haz que se ensucie los pantalones

Cleo no se atrevió a faltar al respeto a Aislin, que acababa de entrar en la arena. Aislin no sólo era una figura prominente en la Clasificación de Honor Supremo, sino que además era hija de Quirino, una figura de renombre en los Ocho Reinos Secretos Mayores.

—Señorita Yura, yo…

Justo cuando Cleo iba a decir algo más, Aislin le lanzó una mirada fulminante.

—Márchate.

Cleo se estremeció y abandonó la arena.

—Señorita Yura, ¿por qué ha venido a mi arena en vez de quedarse en la suya?

La sonrisa lasciva había desaparecido de la cara de Viento Sombrío . En su lugar, parecía avergonzado.

—No puedo tolerar más ver cómo maltratas a las mujeres. Te reto a un duelo. Si pierdo, tendrás la oportunidad de besarme. Pero si pierdes, me aseguraré de que te arrebaten tu hombría —gruñó Aislin, con los ojos llenos de intenciones amenazadoras.

—Señorita Yura, por favor, deje de tomarme el pelo. Sé que no soy rival para usted y no voy a luchar. Me rindo…

Viento Sombrío no era tonto. Sabía que no podía luchar contra Aislin y ganar.

puedes rendirte —bramó

reglas a tu antojo sólo porque tu padre sea Quirino Yura

estaba de acuerdo con él, significaba que estaba yendo en contra de las reglas de

embargo, si dejaba que Viento Sombrío se rindiera, no podría darle una lección al

ese momento, Aislin se

entonces, Jaime entró en la

contra este desvergonzado en su

hacia Jaime y

—¿Tú?

había invocado a nueve dragones dorados con un solo anillo, Aislin no creía que

la Campana del Dragón porque conocía el secreto de la campana. Lo que lograba no tenía nada que ver

la altura de Viento Sombrío cuando

—Jaime…

se adelantó rápido

vayas. No podrás ganarle

ver a Hada tan preocupado

ha tenido la osadía de acosarte, voy a darle una paliza

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