Tan pronto como James entró en el denso gas púrpura que rodeaba a Thea, quedó inmediatamente atónito ante la vista que tenía ante él.
El vientre de Thea parecía significativamente más prominente, casi el doble de su tamaño anterior. También podía ver movimiento, lo que hacía que su vientre se abultara.
En ese momento, Thea parecía sentir dolor y gotas de sudor rodaban por su frente.
"¿Qué... qué está pasando?" James corrió al lado de Thea y le ofreció su apoyo.
"Nuestro hijo... él... él no saldrá", respondió Thea, entre lágrimas y risas.
Después de darse cuenta, los ojos de James se abrieron como platos. "¿Mellizos?"
Thea dijo impotente: "No estoy segura de qué está haciendo. Sigue moviéndose y duele".

James frunció el ceño y luego extendió la mano para tocar el bulto. En respuesta, el bebé se alejó rápidamente, lo que provocó que Thea gemiera de malestar. Mirando el vientre de Thea, murmuró: "Pequeño alborotador. Ya no estás tramando nada bueno incluso antes de nacer. Deja de causarle dolor a tu madre y sal pronto. De lo contrario, tendré que darte una lección".
Un bulto prominente parecido a un pequeño puño apareció en el vientre de Thea. Parecía que el bebé había entendido las palabras de James y se estaba burlando de él.
James resopló, "¡Ja! Tienes bastante temperamento, pequeña. Sal y enfréntame como un hombre. ¡Te prometo que no te azotaré demasiado fuerte!"
"Azotar, James." Una voz gruñona de bebé emanó del vientre de Thea.
James y Thea se congelaron y sus ojos se abrieron con total incredulidad de que su bebé estuviera hablando mientras aún estaba en el útero. En ese momento, comenzaron a preguntarse si se trataba de un bebé o un monstruo.
Antes de que sus pensamientos pudieran volverse locos, una nube púrpura se condensó sobre la cabeza de James. Con un fuerte estruendo, un rayo de luz violeta descendió y golpeó a James.
Thea observó la escena en estado de shock. Después de ser golpeado, una columna de humo blanco se elevó del cuerpo carbonizado de James y su cabello se puso de punta.
No pudo contener la risa después de ver el estado de James. Era evidente que su hijo era el culpable de atacarlo.
James exhaló una bocanada de humo blanco y gruñó: "Maldita sea. ¡Pequeño bribón, eres una bendición o una maldición!"
Thea no pudo evitar reírse, pero su rostro instantáneamente hizo una mueca de dolor cuando el bebé en su vientre dio patadas. Ella suplicó: "Cálmate, bebé. Mami no puede soportarlo más".
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