Capítulo 7086
Simultáneamente, dentro de cada sección, una figura sorprendente envuelta en un rojo intenso se lanzó rápidamente, lanzando ataques contra Quentyn. Estos ataques implacables lo dejaron luchando por defenderse, retrocediendo a cada paso, asediado por una presión incomparable.
"¿Estás bien?" Quintus contempló conmocionado el espectáculo que se desarrollaba ante él. Justo cuando se movía para salir de su propio espacio confinado, se encontró atrapado por dos Espíritus Primordiales y asediado por un aluvión de Luces de Espada.
Mientras se defendía del implacable asalto, Quintus gritó: "¡Es tan fuerte! No hay necesidad de cumplir con nuestro acuerdo de usar solo la mitad de nuestras fuerzas. ¡Pereceremos si continuamos conteniéndonos!"
Con estas palabras, una vasta y siniestra luz azul surgió de su ser, convocando a una legión de dragones de hielo.
Dondequiera que vagaran los dragones de hielo, las alguna vez imponentes luces púrpura-doradas que dividían cada cubo se rompían como vidrio.

Al observar esto, Quentyn, limitado por los dos Espíritus Primordiales, abrió los brazos. La formación de fuego que envolvía la Puerta del Misterio se puso en movimiento. Un torrente de chispas, serpientes de fuego y bolas de fuego se sumergió en el cuerpo de Quentyn, impulsándolo con gran fuerza.
"¡Morir!" Con un rugido atronador, Quentyn empujó su palma hacia adelante y derribó a los dos Espíritus Primordiales. Luego, ascendió rápidamente hacia la voz, flotando sobre la formación cuadrada.
¡Auge!
Se produjo otra explosión ensordecedora cuando Quentyn chocó con una palabra púrpura-dorada que caía en picado que decía "Camino", y rebotó en la formación cuadrada.
En ese momento, Quintus rompió una pared y finalmente se reunió con Quentyn.
Quintus exclamó: "¡Es tan impredecible! Lo hemos subestimado".
Quentyn respiró hondo. "No es de extrañar que Xanthakos esté tan preocupado por él. Es capaz de fusionar todos sus poderes sobrenaturales".
Quintus intervino: "No podemos contenernos más, de lo contrario, seríamos derrotados por él y nuestros planes se arruinarían".
Quentin examinó las campanas que los rodeaban.
"Tenemos que liberar todas nuestras fuerzas. Como mínimo, debemos llegar a un punto muerto".
Con resolución, giró sus palmas hacia el cielo, convocando un colosal cojín de llamas sobre su cabeza. Con un movimiento rápido, se sentó sobre él y creó una barrera defensiva formada por nueve dragones de fuego.
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