Capítulo 7147
En un abrir y cerrar de ojos, Biefren desplegó sus manos y se elevó hacia el cielo. Sus manos se transformaron en colosales alas doradas, golpeando el aire con fuerza.
Se produjo una feroz ráfaga de viento, que transportaba una andanada de flechas con plumas doradas, atravesando la fortaleza con un feroz huracán. Las alguna vez sólidas defensas se derrumbaron como si hubieran sido golpeadas por una poderosa fuerza de la naturaleza. El suelo tembló y los encantamientos protectores se hicieron añicos como vidrio, liberando una cascada de artefactos divinos en el aire, un espectáculo de calamidad inminente.
"¡Debes tener un deseo de morir!" Desde el corazón de la tormenta, una figura avanzó a la velocidad del rayo. Al mismo tiempo, la extensión del suelo se retiró con un zumbido resonante.
¡Auge! ¡Auge! ¡Auge!
Una onda de choque explosiva estalló cuando la lanza atravesó el vacío. El suelo se rompió, formando enormes abismos que amenazaban con tragarse todo a su paso. Pero sin siquiera mirar, James selló los abismos sin esfuerzo, golpeando suavemente el suelo con el pie. El misterioso entorno se calmó de nuevo.
James observó el caos en lo alto con un frasco de Chaos Absinthe en la mano. Biefren chocó con el misterioso oponente en medio de una ráfaga de llamas y armas relucientes. Fue un espectáculo fascinante de contemplar.

James hizo un gesto con la mano y apareció una silla deslumbrante. Sentándose tranquilamente, se convirtió en un mero espectador, saboreando su vino mientras observaba el duelo.
Biefren era mucho más fuerte que en el pasado. Se mantuvo firme muy bien contra un oponente con una fuerza a la par de un emperador.
Hemera preguntó: "¿Podemos unirnos, Maestro?"
Fennec intervino: "Nosotros también queremos pelear, Maestro".
"¿Por qué intervenir? Tres contra uno es deshonroso", replicó James. "En lugar de eso, ve a ver la fortaleza. Las riquezas se encuentran dentro".
Hemera y Fennec se lanzaron a sus órdenes, apresurándose hacia la barrera con anticipación.
James tomó un sorbo de vino y comentó: "No se contenga, Sr. Biefren. Usted es inmortal en este momento. Debe luchar libremente y sin demasiada preocupación".
Envalentonado por las palabras de James, Biefren abandonó la cautela. Rápidamente rodeó a su oponente con ocho Espíritus Primordiales, lanzando un asalto implacable.
En una confusión de espadachines y furia elemental, el campo de batalla se transformó en una vorágine de caos que envolvió a los combatientes.
¡Ruido sordo! ¡Ruido sordo! ¡Ruido sordo!
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