Capítulo 173

El ruido exterior se escuchaba apenas.

Sin embargo, dentro de la habitación reinaba un silencio absoluto.

Javier esbozaba una tenue sonrisa en sus labios: “Beatriz.”

Su voz, profunda, mantenia su habitual atractivo. No obstante, ese sonido resonando en los oídos de Beatriz, inexplicablemente, le causaba un cosquilleo en el corazón.

Aunque no queria admitirlo, Beatriz no podia negar que Javier era un hombre con un gran magnetismo.

Pero en ese momento, Beatriz no sabía si él habla superado los efectos de la droga. Parecía que nada había cambiado. Pero muchas veces, las apariencias engañan.

Beatriz se levantó de la cama e instintivamente corrió hacia la puerta: “Sr. Mangone, ¿tienes sed? ¿Quieres que te traiga un vaso de agua?”

ligero olor a

resultaba atractivo.

de Javier, estrechos y profundos, se fijaron en los de Beatriz: “Ya

ganas de

le pellizcaron la cara: “Entonces, ¿por qué vienes a

Beatriz:”

habitación de Javier, ¿acaso debía ir a la del abuelo Pablo? Además, con

¿por qué

se rie por la frustración: “¿En invierno, quieres

Beatriz: “…”

que harían los protagonistas masculinos envenenados por drogas en las novelas. Pero la realidad

era tan valiosa como la suya propia. Si al Sr. Mangone le

no sentía que los efectos de la droga fueran tan intensos. Si realmente fuera tan grave, los primeros en caer serian esos viejos. Lucrecia tampoco se atrevería a usar algo

al ver a Beatriz, tan vulnerable atrapada entre sus brazos, el deseo de Javier de dominarla aumentaba exponencialmente. Originalmente había levantado la mano para pellizcarle la mejilla a Beatriz, pero ahora sus gestos se asemejaban más a una caricia, y

o tal vez porque Beatriz se sentia ligeramente vulnerable, pensando en cómo Javier había sido maltratado y aislado

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