Capítulo 198

Beatriz no vio a Javier, preguntándose si élestaría otra vez bebiendo solo. El mayordomo Gabriel le informó que estaba en la terraza superior.

La terraza no estaba equipada con una piscina o algo similar, sino que estaba decorada como un pequeño jardin, que incluso en invierno segula lleno de flores y plantas.

Desde el inicio del invierno, Beatriz no había visto a Javier usar un abrigo, Bueno, parece que los magnates nunca usan abrigos. Pero al final, todos somos humanos y hay pocos que no sientan frío en temperaturas bajo cero.

Beatriz se envolvió en un largo abrigo de lana blanco que llegaba hasta los tobillos y tomó una chaqueta gruesa de Javier de su ammario, subiendo a la terraza a hurtadillas

Como esperaba, Javier estaba sentado en el sofá de la terraza, sosteniendo una botella de whisky y vestido muy ligeramente. Beatriz se acercó, soltando un suspiro caliente:

-Qué frio.

siempre son frías, pero las estrellas iluminaban el cielo, y el diseño de la iluminación de la terraza era muy elegante: invisible pero luminoso, rodeado de exuberantes plantas cuyas hojas caían, perfecto para disfrutar

la miró y le pasó la botella de

Eh–dijo Beatriz.

a la gente beber cerveza directamente de la botella, pero nunca whisky. Pero en este frio, beber un poco de alcohol realmente podía calentar el cuerpo. Beatriz tomó el abrigo negro

no era muy aficionada al alcohol fuerte, así que no era buena bebiendo estas cosas. Un poco obstinada, tomó otro gran trago. Esta vez no se ahogo. El liquido frio entró en su boca y al tragar, parecia que todo su cuerpo se calentaba. No es de extrañar que digan que el licor fuerte alivia las penas. Una copa

no estaba en su estado normal, considerando que ella no bebla mucho, habia tomado bastante. Ahora estaba un poco mareada, ya bastante cansada, y terminó adormilándose apoyada

delgado vestido de tirantes de color púrpura humo. Javier reconoció que era el vestido de una de sus peliculas; en ese momento, el largo cabello negro de Beatriz estaba suelto, y no parecía

cabeza y le mordió el cuello. Beatriz se despertó de golpe, sus ojos brillaban vagamente, llenos de un brillo acuoso. Ella estaba un poco

siempre

Javier sonrió:

no

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