Capítulo 228

Nunca habia visto a Beatriz y Esther sufrir por un desamor, así que no tenia idea de que romper con alguien pudiera ser tan doloroso.

-Martin–dijo Beatriz, cruzando los brazos–¿Has llorado?

-No–respondió Martin, tomando una profunda respiración-. Maldición, no lloraría por una mujer como

esa.

Se sentó en un escalón y encendió un cigarrillo, ofreciendo uno también a Beatriz y Esther. A Beatriz siempre le desagradó el olor del humo y nunca habia querido probarlo, pero viendo a su amigo en ese estado de desolación, encendió el cigarrillo que tenía en la mano.

-Piénsalo bien–trató de consolarlo Beatriz-. Al menos no te casaste con ella. Imaginate si después de casarte descubrías que ibas a ser padre y no de la mejor manera. ¿No sería peor?

tienes una manera muy especial de consolar–dijo Martin-,

más.

el cigarrillo encendido sin fumarlo realmente, sacudia

promueves al verdadero padre a un puesto de guardaespaldas con un buen sueldo, permitiéndole conocer los secretos de tu empresa

que narro Beatriz, de repente dejó

llevado todo su dinero, podría haber terminado entregándose por completo, engañado por las

sus ojos veían. Si las cosas hubieran llegado a ese punto, incluso si los demás percibieran que algo andaba mal con Clara,

mucho por su padre, un hombre desconsiderado y cruel, y solo en los últimos años, con Martin tomando las

empezaron a mejorar.

y enviado a la cárcel por esa pareja, no se atrevía a imaginar el destino de su madre. Con su marido interesado en otra, su hijo en

nunca se consideró un buen hombre. Clara y Victor le hicieron pasar por tanto sufrimiento que no podía dejarlo pasar así como así. Recién estaba actuando impulsivamente, pero al recobrar la lucidez, Martin se dio cuenta de que no podía dejarlos salirse con la suya

mano y se levantó de

-¿A dónde vas?

respondió con una sonrisa

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