Capítulo 230

Al llegar a casa, Beatriz estaba preocupada de que Javier la hubiera descubierto. Encendió sigilosamente una lámpara y, como esperaba, en la profundidad de la noche, todos en casa ya se habian retirado a sus habitaciones.

Beatriz decidió darse una ducha y cambiarse de ropa. No había bebido mucho esa noche, solo había probado un poco, pero se preocupaba por despertar con dolor de cabeza al día siguiente, asi que fue sola a la cocina y calentó un poco de leche para ayudarse a recuperarse.

Aprovechó para echar un vistazo a las noticias y notó que los rumores sobre su matrimonio ya habían comenzado a disiparse. Después de todo, Beatriz solo tenia una obra publicada hasta ahora, su fama apenas comenzaba a crecer y la atención no se mantendria sobre ella durante mucho tiempo. Planeaba descansar un mes antes de comenzar a trabajar en algo nuevo.

Beatriz estaba tomando medio vaso de leche cuando escuchó algunos ruidos afuera. El mayordomo Gabriel acompañaba a Javier de vuelta a casa. Javier parecía haber bebido un poco de más esa noche; su elegante atuendo indicaba que había tenido un compromiso importante. Gabriel, a su lado, le decía algo: “Las palabras del segundo joven no deben tomarse en serio. Un conejo acorralado puede tratar de morder, pero al final, sigue siendo solo un conejo“.

El rostro de Javier se oscureció, mostrando una sombra de frialdad. Gabriel parecia algo asustado: “Señor, después de todo, el segundo joven comparte lazos de sangre con usted. Incluso si cubre sus rastros perfectamente, habrá quienes sospechen de usted, y todas las familias que tienen relaciones con la familia Mangone…

que yo sea como mi padre, ¿verdad?” Javier mostró una leve

un gesto: “Ve a

algo no estaba bien y trató de pasar desapercibida con su vaso de leche hacia las escaleras, pero Javier la vio de inmediato: “Ven

que un simple anciano a punto de jubilarse; en una situación así, claramente optaría

justo ahora?“. Generalmente, cuando un villano hace esa pregunta, es porque planea silenciar a la otra persona permanentemente. Javier no era un

“No

daban una sensación abrumadora frente a Beatriz. Ella, descalza y con un vestido de dormir de color crema, se sentía aún más pequeña frente a

de repente, la atrajo hacia él

sentar

de un ligero aroma a alcohol y la fragancia amaderada de él, su piel rozaba el frío tejido de su pantalón. Para evitar caerse, agarro instintivamente

barbilla con un tono despreocupado pero claramente peligroso. Beatriz sintió un leve dolor cdando él la apretó,

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