Capítulo 254

Toni no podía creerlo, sacudió el cuerpo del abuelo Pablo: “¿Papá? ¡Papá! ¿Papá?!”

Marcos y Camila también se acurrucaron en las piernas del abuelo Pablo, llorando en voz baja.

Afuera, algunos parientes de la familia Mangone también se limpiaban las lágrimas, algunos de manera más sincera que otros.

Pero los funerales debían realizarse. El cuerpo del abuelo Pablo ya no daba para más. En estos últimos días, el médico había utilizado los mejores medicamentos y equipos para mantenerlo con vida. Incluso se había contratado a varios curanderos y monjes para realizar rituales, pero nada había logrado despertar al abuelo Pablo. La familia ya había preparado todo lo necesario para el funeral y el ataúd.

La familia Mangone tenía una montaña con excelente feng shui fuera de San Lisset; se decía que era una vena de dragón, y allí sería donde descansaría el abuelo Pablo. Hasta habían elegido el lugar

recientemente.

de llevar a cabo el funeral en la familia Mangone. El ataúd del abuelo Pablo fue llevado al

de luto en negro. Javier no había regresado, y Beatriz, como su esposa, tenía que encargarse de todos estos asuntos por

primero que hizo fue instruir á los sirvientes y guardaespaldas de la antigua mansión de la familia Mangone para que vigilaran todas las cajas fuertes y el sótano, prohibiendo que cualquier persona moviera cosas sin permiso. Estas personas habían sido seleccionadas por Javier

de esperarse, al día siguiente, frente a los parientes de la familia Mangone, Toni, con los

un desagradecido. El abuelo llamaba su nombre hasta

nariz y los ojos hinchados de llorar, habló con voz entrecortada: “La familia sabe que estos años él ha resentido al abuelo, a menudo diciendo cosas desagradables, pero al fin y al cabo jes su propio abuelo! ¿Cómo puede

muchos murmuraban. Varios de los mayores podían

historias y creían tener razones justificables, pensando que las generaciones más jóvenes

no hablo alemán ni francés, así que tuve que quedarme en el país mientras él iba al extranjero.

sus palabras, muchos bajaron su tono

que las parejas estuvieran ocupadas y a veces, estar presente a través de la pareja equivalía a estar allí uno mismo. Hoy

de hablar, Beatriz miró hacia Toni: “Tío, el abuelo sabe

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