Hermanos Lancaster. 

Terminé de saludar e intercambiar algunas palabras con los representantes de las marcas de esta noche, algunos eran más amables 

que otros, pero no fue impedimento para esfumar la sonrisa de mi rostro. 

Mis tobillos comenzaban a doler y junto a Jack, decidimos volver a la mesa después de felicitar a Emma por su colección 

Primavera-Verano, su empresa es la más cualificada para la colaboración, después de Lancaster Collection. 

Estando a unos metros de la mesa de Doinel, un golpe leve en mi pierna me hizo delener el paso y di media vuelta para reclamarle a quien sea que lo hizo, bajé la mirada hacia la persona en silla de ruedas, encontrándome de nuevo con sus ojos miel, pero algo andaba mal, este no era el hombre con el que hablé hace aproximadamente hora y media. 

Este hombre era con el que me topé en la entrada con su madre y el que vi al otro lado de la pasarela, lo supe por el brillo en sus ojos, por la ternura en su mirada que logró erizar mi piel, no habia rastros de ese Alexander frio y prepotente, de hecho, ahora que lo detallaba mejor, me daba cuenta que sus ojos miel tenian visos verdes, su piel es más pálida, tal y como dijo Abby, parecia que no hubiese tomado sol en su vida. 

Medité mis palabras más de lo que deberia antes de soltarla, me sentia desconcertada, muy confundida. 

– Sr. Lancaster. ¿Hay algo que no le haya quedado claro?-pregunté sintiéndome nerviosa bajo su intensa mirada, entonces, alejó su mano temblorosa del control de la silla de ruedas para extenderla hacia mi, esperando que la estrechara con la mia. 

– Sarah Doinel. Su voz ronca y profunda, apenas audible, hizo que mi cuerpo se estremeciera antes de quedar completamente inmovil, mientras lo miraba con mi ceno truncido. 

Delinitivamente, él no es Alexander. 

¿Quién es el 7 

¿Cómo sabe que mi verdadero apellido es Doinel? 

– ¿Quién es usted? – musité con la voz entrecortada y sintiendo que mi corazón se iba a salir de mi pecho en cualquier 

momento. 

lo mire esperando una respuesta de su parte, pero parecia que le costaba pronunciar palabra alguna, su mano seguia extendida y no me atrevi a tocarlo, pensando que un Lancaster que no conocia, parece saber quien soy en realidad. 

– Ah, no, ni lo pienses, a mi hermano no lo harás caer en tus redes. Tienes muchos candidatos esta noche, ni le atrevas a poner un 

ojo en la familia Lancaster, no eres bienvenida.-Gina apareció tomando desde atras el control de la silla de ruedas del pelinegro frente a 

mismo la

ella, mi mente estaba en blanco, ni siquiera sabia qué debía decir, no sé quién es ese

tiene un gemelo?

que nunca lo supe?

esfumando las preguntas de mi mente y me exalte al escuchar la voz del

callalel-el cuerpo de Gina se lenso y miro sorprendida al pelinegro llegando a su lado para mirarlo incrédula al rostro. – Wielves a lallarle el respeto y me vas a conocer. -espeto con el rostro

supe si sentirme satisfecha por el rostro indignado de Gina o incomoda porque el desconocido me estaba defendiendo de su propia

puedo creer. –Tomé una bocanada de aire que me ayudo a recuperarme por completo,

cerca de los Lancaster iba

misnio feina? ¿Qué le hace pensar que me fijaria de nuevo en su familia? Por

todas partesy Cornienzo a pensar que me ha echado de menos dije divertida,

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que no fue más que una sirvienta para

-Gina lenia una sonrisa, como si me hubiese herido con

una de mis cejas y mire detrás de ella con diversión en mi rostro, volvi a mirar al hombre en silla de rueda que hacia un gran esfuerzo por hablar,

ahora sabia que era el gemelo de Alexander, que no sabia

al menos sirvo para algo, a diferencia de usted que no sirve para nada más que humillarse sola. -dije sintiéndome más tranquila, después de calmar los nervios que habia alterado el clon de Alexander. Esboce una sonrisa de medio lado y mire a la figura detrás

giro para encontrarse con la

habia escuchado lo suficiente para responder a la pregunta que me hizo

con su voz tan fria como un témpano de hielo, logrando que Gina se estremeciera y retrocediera un

comenzó a

que han hecho un trabajo nefasto, que decepción, Gina. el desconocido habló con dificultad pero tan claro y riguroso que dejó a sus hermanos boquiabiertos, ni hablar de Gina que lucia miserable

interviniendo en la conmovedora escena familiar, con un atisbo de diversión en mi voz. Ya tuve suficiente de ellos, aunque nunca supe el nombre

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