Mi hada.

La mirada de Alexander reflejaba preocupación mezclada con fastidio, no nos atrevimos a movernos ni un centimetro de nuestro lugar e intentabamos regular nuestra respiración, de mi parte, no me sentia capaz de alejarme de su cuerpo, a pesar de que era mi hijo. quien llamaba a la puerta y que debla ir a atenderlo.

El rostro de Alexander se hundió en mi cuello mientras su cálido aliento chocaba con mi piel haciéndome erizar y sin tener la más minima intención de dejarme ir, susurró acariciando mi cabello relajándome por completo, tanto, que por un segundo olvidé que Tristán estaba del otro lado de la puerta.

No vayas, mi amor, Maga se encargará de él. -dijo con su voz ronca y profunda, logrando que cerrara los ojos y me dejara llevar por el camino de besos que dejaba en mi cuello.

Volvi a abrir mis ojos cuando volvió a tocar la puerta y el sentimiento de culpa se alojó en mi pecho, pues, mientras Tristán me llamaba con insistencia, yo estaba de este modo tan intimo con su padre, olvidándome de mis responsabilidades.

Mamá. su voz adormilada volvió a sonar del otro lado de la puerta y no tuve el corazón de dejarlo llamando a mi puerta sin obtener respuesta. Empujé el cuerpo de Alexander para ir por mi hijo después de vestirme, pero este se aferró a mi cintura y me inmovilizó con sus piernas, mostrándose reacio a dejarme ir y persuadiéndome con más besos en el cuello.

-Alexander, es nuestro hijo quien llama, no le puedo hacer esto, me necesita. -le reclamé al recuperar el aliento y resistiéndome a la tentación de quedarme a terminar lo que habiamos comenzado y su agarre se aflojó solo un poco, pero no lo suficiente para

escapar.

-Yo te necesito. -susurró en mi oido haciéndome estremecer, no obstante, negué con mi cabeza, mi hijo es más importante. ¿Qué clase de padres somos para dejar a nuestro hijo abandonado? -Si vuelve a llamar, yo mismo iré por él. –dijo en el hueco de mi cuello y no estuve de acuerdo con su idea, pero cuando estuve a punto de levantarme, escuché la voz de Maga afuera de la habitación.

– Pequeño Tristán, ¿ha acabado tu siesta? Vamos por un vaso de chocolate caliente.-Alexander levantó su cabeza para mirarme aliviado y con una sonrisa ladeada llena de complicidad, pues lo habia salvado la campana.

Ya lo ves. dijo antes de dejar un fugaz beso en mis labios. -Sabla que Maga no me defraudaria, ahora me cae mejor. Santa Maga me hizo el milagro y mi hada Sarah me está cumpliendo mi más anhelado deseo. -solté una risa divertida por sus locas palabras y pronto fue interrumpida por los labios de Alexander que volvieron a posarse sobre los mios en un beso desesperado, devolviéndome al paraiso del que habiamos salido hace un momento.

En cuestión de segundos, volvió a encender el fuego que se habia extinto por la interrupción de nuestro hijo, quería más de él con cada segundo que pasaba con sus labios devorando los mios y sus manos tocando las partes más sensibles de piel, las que me daban escalofrios. Deseaba todo lo que tenia para darme y lo hice notar cuando movi mis caderas contra él, robándole un jadço de placer que fue reprimido por mis labios, por el contacto de nuestros cuerpos que ardian como el infierno.

Mi mente estaba nublada por la placentera sensación de tenerlo sobre mi de esta manera sintiéndolo en su máximo esplendor, ni siquiera pude pensarlo dos veces cuando deslicé mis manos con prisa por su marcado abdomen hasta llegar a su virilidad y mi cuerpo se encendió aun más al sentir toda su gloria…

por quitarla sin éxito alguno fue tan grande, que terminó sorprendiéndome al romper la tela de encaje,

seno libre. Cerré mis ojos mientras arqueaba mi espalda, al sentir que atrapaba mi pezón con sus labios, antes de juguetear con su lengua, llevándome

mis caderas contra su erección con la intención de sentirlo mejor, logrando que soltara un gruñido sobre mi seno y lo atrapó con suavidad entre sus dientes por unos segundos,

mia.-una oleada de calor viajó

mientras se deshacia de aquella prenda que

sin vergüenza alguna y no pude evitar echar un rápido vistazo a su erección tan dura, que me humedecia aun más de solo imaginarlo dentro de mi, de solo recordarlo años atrás haciéndome suya, y volví a mirarlo con una sonrisa

piernas, manteniendo su peso en un brazo, mientras

de mi boca y Alexander tuvo que estampar sus labios con los mios para reprimirlos besándome

Mi hada.

mientras sus dedos segulan moviéndose con más intensidad en mi centro, como si de aquella manera pudiera contenerme de

completo.

temblar sin control alguno, al sentir que estaba alcanzando el máximo punto, Alexander dejó de tocarme y me separé de sus

cuando de mis labios salieron unas palabras

Sigue, por favor. -dije con mi

entrada y mis piernas temblaron sin poder evitarlo, sintiendo los nervios que burbujeaban en mi sistema mezclados con la excitación. Alexander me miró fijamente a los ojos y lo vi tragar grueso, mientras movla sus caderas contra mi cuerpo, en un intento por hundirse en

era por los nervios o es que tal vez estaba muy estrecha por tantos años sin sentirlo dentro de mi, sin embargo, Alexander ejerció un poco más de fuerza y con la ayuda de su mano logró hundirse

me encantas. -tras sus calientes y tiernas palabras, comenzó a embestirme lentamente y me aferré a su espalda antes de que sus labios interrumpieran los incesantes

la noción del tiempo, solo era capaz de pensar en nuestros cuerpos unidos nuevamente después

con sus dedos jugó con mi pezón sin piedad, apretándolo y tirando de él, regalándome múltiples sensaciones indescriptibles que me recorria todo el cuerpo, en el siguiente segundo, su mano dejó mi pezón y descendió por mi cintura hasta llegar a mi muslo, el cual apretó con sus manos hacia su cintura, logrando sentir con mayor intensidad su virilidad dentro de mi, entonces, me embistió con más

lo miré con el ceño fruncido por haberme dejado de este modo por segunda vez, pero relajé mi entrecejo cuando en un hábil movimiento me dejó sobre sus piernas, mientras que él se mantuvo sentado trazando un camino con sus dedos desde mi espalda hasta mi trasero y me exalte

encantado.

noté que una pequeña capa de sudor adornaba su frente y

el movimiento de mis caderas y Alexander envolvió mi cintura con un brazo,

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