Capítulo 1880

En el Orfanato Clemencia de Santa María las condiciones no eran las mejores. Era un lugar modesto que rara vez capturaba la atención de personalidades importantes. No había nada particularmente llamativo allí que justificara un exceso de atención.

Sin atención, nadie podría ver a esas personas devolviendo algo positivo a la sociedad, mostrando una imagen amable y caritativa. Sin esa visibilidad, era difícil para ellos obtener propaganda para sus proyectos o ganarse el favor de los medios y de esa manera, abrirse camino hacia el éxito.

Todos conocen el dicho: es mejor ayudar en una emergencia que luchar contra la pobreza a largo plazo.

El Orfanato Clemencia de Santa María no era grande, pero se había convertido en un pozo sin fondo de necesidades y gastos.

La mayoría de las personas, tendían a centrar su atención y recursos en causas benéficas que atraían más miradas.

Pero eso no significa que no hubiera verdaderos filantropos.

El hogar había sobrevivido a lo largo de los años gracias al apoyo silencioso de esas almas cantativas.

Cuando Olivia era una niña de seis o siete años, no entendía esas complejidades. Pero, con el tiempo, comenzó a notar la preocupación en la cara de la directora y cómo mejoraba la comida en el comedor cuando ciertas personas visitaban. Empezó a entender que dependían de la “caridad” de otros para sobrevivir.

En ese entonces, creía sinceramente que el mundo estaba lleno de gente buena.

Todos los niños del orfanato lo sabían porque esos benefactores venían de vez en cuando a sus salones para repartir golosinas, juguetes o libros. Los niños estaban encantados, todos excepto un niño que, a pesar de su corta edad, siempre se mantenía distante y se mostraba frío y alejado de los demás.

Olivia había olvidado muchas cosas y tenía dificultades para asimilar los acontecimientos. Se resistía instintivamente al acercamiento de los demás, temiendo que al final solo resultaría en daño.

Solía sentarse sola al borde de un jardín, con un libro en las manos. Después de leer por un tiempo, observaba con atención el comportamiento de los demás, intentando descifrar sus intenciones.

Si pensaba que alguien era digno, intentaba hacer amistad.

Pero con el tiempo se dio cuenta de que no había nadie que cumpliera con sus expectativas. Los niños eran fáciles de leer y sus intenciones, demasiado transparentes.

a la directora y luego se mostraban cariñosos con los niños,

cuando ella entendió que, para ser aceptado en este mundo, había que mostrar ser una buena persona. ¿Y qué mejor demostración que con los niños

de haber sido espectadora tantas veces, había aprendido a ver más allá de las

ella, con un libro en la

el orfanato

dos niños con

entender

el corazón del otro.

una curiosidad surgida del aburrimiento. Pero ambos eran perceptivos y

un muro

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que empezó sin ceremonias ni preámbulos se desplegó con una sintonía perfecta.

entender, tienes

a los ojos de los demás, ni ellos lo sabían

todo

que la directora

esos niños fueran tan retraídos, que sus personalidades no

saludable.

cuenta de que tenían la inocencia y la ingenuidad propias de

barrera invisible donde solo existían ellos, inaccesible para los

también eran increíblemente compenetrados.

el porqué de su relación, nunca

transcurrieron dos años.

al orfanato, una pequeña acababa de

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