Capítulo 638

Era una noche tormentosa llena del sonido de las tormentas. Sylvia, de diez años, todavía vivía en el distrito antiguo con sus abuelos en ese momento. Esa noche, quiso comer bocadillos de cierto vendedor ambulante y se escapó de la casa sin que sus abuelos lo supieran. Fue entonces cuando se encontró con la fatídica escena de un niño rodeado por un grupo de personas a la entrada de un callejón. El pobre muchacho fue golpeado. 1 Era un día lluvioso y estaba muy oscuro. Ni un alma pasó por el callejón.

Quería llamar a alguien para pedir ayuda, pero no había nadie alrededor y tampoco tenía teléfono. Sabía que no podía simplemente mirar mientras el pobre chico continuaba siendo brutalizado. Sacó un diario de bolsillo de su bolsillo y se lo acercó a la oreja para fingir que era un teléfono. Luego, se paró en la boca del callejón y comenzó a llamar a la policía e informar a la policía de su ubicación actual. Hizo un acto tremendo para que pareciera que realmente estaba llamando a la policía. Con lo oscuro que estaba, los hooligans no sabían que no era un teléfono lo que tenía en la mano. Entonces, desaparecieron en una bocanada de humo.

Fue entonces cuando ella corrió hacia el niño. Él se retorció impulsivamente antes de que ella lo tocara. Estaba en un estado terrible. Sylvia tampoco pudo ayudarlo a levantarse. Terminó diciéndole que esperara en el mismo lugar mientras ella iba a buscar a alguien para que llamara a una ambulancia. Fue entonces cuando el niño la agarró de la muñeca y suplicó mansamente: "No... no te vayas". No podían distinguir la apariencia del otro en la oscuridad, pero Sylvia podía recordar claramente haber visto la forma en que temblaba. Sostuvo un paraguas y se quedó a su lado durante mucho tiempo. Habían pasado muchos años desde ese fatídico incidente, y el recuerdo de Sylvia de lo que hablaron entonces era muy confuso a estas alturas. Todo lo que podía recordar era cómo el niño se negó a revelar su nombre o dónde vivía.

Solo le dijo que fue su madrastra quien lo puso en este estado.

Ante esta mención, Sylvia también pensó en su madrastra y le contó cómo había perdido a su madre cuando era muy joven y cómo su padre la había abandonado. Supuso que tenían una especie de compañía en la miseria.

Pareció abrirse al escuchar eso y le preguntó: "¿Tu madrastra también te molesta?"

mis abuelos desde que era niña, así que no hay forma de que ella

abuela también es muy buena conmigo”. El

una conversación muy larga. De repente,

tu nombre y yo

vez que le preguntaba su

cauteloso. Ella notó que él estaba incómodo y rápidamente cambió de tema. Ya

le prestó su abrigo. Se resguardó debajo del

cuando sus abuelos comenzaron a gritar su

la agarró

le dijo que tenía que

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