Capítulo 52

Sebastián dijo con un tono indiferente, “¿Y si ella no viene mañana?”

Roberto apretó los dientes y dijo, “Entonces serán dos kilos de tripas de cerdo.” Roberto estaba tan seguro de apostar porque estaba convencido de que Gabriela vendría.

Porque Gabriela ya había llamado la atención de Sebastián con anterioridad, no tendría sentido que se rindiera en un momento tan crucial.

Sebastián asintió ligeramente, “Entonces apostemos una vez más.”

“Sebas, hermano, puedes estar tranquilo, esta vez no te voy a decepcionar.” Roberto seguía sonriendo, manteniendo el paso de Sebastián.

Por otro lado.

Gabriela y Sergio caminaban de regreso a casa.

La luz de la luna era suave, bañando a ambos con un brillo puro y nítido.

Gabriela dijo, “Tio, tienes que levantarte muy temprano para ir a trabajar, no es necesario que vengas a recogerme, puedo volver sola.”

Sergio frunció el ceño

y dijo, “¿Cómo puedes decir eso? Eres una chica y quieres caminar sola de noche, ¿qué pasa si te encuentras con peligro? ¿Quién te va a proteger?”

sonrió y dijo, “Puedo

algo exasperado: “Con esos bracitos y piernitas que tienes, cualquiera podría levantarte con una mano… y aún hablas de protegerte a ti misma…”

que parecian que podrían romperse con una simple torsión. Cada vez que el viento soplaba fuerte, Sergio pensaba én poner algunas piedras en los bolsillos de Gabriela; temía

quién.” Gabriela alzó una

con resignación, “Pequeña, siempre

de pie, sosteniendo cigarrillos que parpadeaban entre

acercarse a Gabriela y Sergio, uno

conocido como hermano Dani se enderezó y miró en esa

el joven alzando la cámara que tenía

otros rápidamente sacaron tubos de acero que habian escondido, y bajo el brillo plateado de la

gente que estaba adelante y entrecerró

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después del trabajo durante ese

pasando adelante, recuerda esconderte detrás de mi cuando pase,” dijo Sergio, colocándose instintivamente frente a Gabriela.

En ese momento, un tubo de acero les

se encontró con varias caras amenazantes y se apresuró a decir, “¡Parece que no sabes que este es el territorio de tu

cuello de la camisa de Sergio y lo levantó, “Eh, muchacho,

cuando Sergio vio el tatuaje en el cuello del joven.

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