Capítulo 120

“¡Puf!”

Roberto estaba sentado en la mesa de atrás tomando agua, cuando escuchó esa respuesta y no pudo contenerse; el agua se le escapó de la boca.

Comer ratones…

¡Qué réplica tan genial!

El hombre delante de Roberto, vestido con una túnica y sosteniendo un rosario carmesí entre sus dedos, levantó ligeramente la mirada al oír el comentario. Sonreía tenuemente entre el humo del café, dando a su sonrisa un aire casi irreal.

Sus dedos largos giraban lentamente las cuentas pulidas del rosario, la frialdad del rojo y blanco de sus manos era pronunciada y clara.

La chica tenía una lengua filòsa.

No era alguien a quien convendría provocar.

Yolanda también se dio cuenta de que la situación se había torcido. Su intención era ganar el favor de Sebastián al aludir a su vegetarianismo, pero en cambio Gabriela le había dado la vuelta a la situación.

Yolanda entrecerró los ojos y continuó: “Yo soy alguien que ha sido vegetariana por muchos años, creo que tanto los conejos como los ratones son vidas frescas y vibrantes. ¡Deberíamos respetar la vida y no dañarlas tan a la ligera! ¿No crees que vuestra actitud es demasiado cruel? Comer carne es pecaminoso; sugiero que reemplacen toda la carne de conejo en el menú por opciones vegetarianas y dejen a los conejos regresar a la naturaleza.”

Sebastián

declaración seguramente resonaría con él!

ligeramente el

intentando hacer

piadosa?

quienes no lo son. Si decir que comer carne es faltar al respeto a la vida, entonces los vegetarianos también están faltando al respeto a la vida. ¿Acaso las zanahorias y las lechugas no tienen vida? Todo en el mundo posee vida, la verdadera fe está en el corazón, no en

beber agua. Después de todo, el agua es la fuente de toda vida, y si bebes un sorbo de más, habrá un sorbo menos en la Tierra, lo que podría llevar a la muerte por

Gabriela con

a esa inútil?

se había vuelto de

no poder comer carne, para mostrar a Sebastián que era

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Capitulo 120

agua fuera un crimen.

con tanta convicción que era imposible rebatirla.

¡Ni hablar!

la mano de Gabriela como si recién la reconociera y dijo, “¡Oh, es Gabriela! ¡Casi no te reconozco con este cambio tan repentino! Lo siento, estoy tan acostumbrada a ser vegetariana que me sorprendí al ver que vendían carne de conejo aquí. Por favor, no te ofendas, no tenía otra intención. Si te hé ofendido

posición débil pueden llamar la atención del público, por

una típica táctica de la

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