Capítulo 184

El anciano hizo un gesto con la mano. “Conozco mi cuerpo, dijo. Su enfermedad era incurable y no tenía de que se recuperaría, pero el anciano ya no albergaba ilusiones.

Al oír esto, Luis suspiró. “¿En realidad no quieres intentarlo?”

La enfermedad del anciano era extraña, con ataques de dolor tan intensos que incluso un joven no podría soportarlos por mucho tiempo.

“No es necesario,” dijo el anciano con una sonrisa. “Luis, a mi edad, la muerte es algo natural, no hay que temer.”

A pesar de sus palabras, ¿quién no desea vivir bien?

Especialmente porque el anciano tenía un deseo importante aún por cumplir.

El aire se llenó con suspiros de decepción.

Pronto, el avión llegó al aeropuerto de Ciudad Real.

Luis ayudó al anciano a bajar del avión.

“Abuelo Victor,” se escuchó una voz masculina y profunda detrás de ellos.

El abuelo Victor levantó la mirada y vio a un joven de unos treinta años con rasgos severos y un aire impresionante. A pesar de su juventud, su presencia dominante era innegable.

¿Era este el famoso Sr. Sebas, el quinto miembro de la familia Zesati?

ocasión, este joven era tan sobresaliente que ningún otro joven de Ciudad Real se

abuelo Victor lo

Sebas,” dijo el abuelo Victor, deteniéndose..

rosario, respondió, “Me honras demasiado. Siendo usted mi mayor, basta con que me llame por mi nombre.”

luz de respeto brilló en los ojos del abuelo Victor. “No seas modesto, te

titulo de Sr.

se había hecho un nombre aún joven, y aunque no era bastante viejo, tenía una influencia decisiva en la

breve intercambio

Capitulo 184

un semblante pensativo. “Se dice que el patriarca de la familia Diaz sufre de una

verdad.”

la familia Diaz está a punto de cambiar.”

Victor era evidentemente crítica, y hasta alguien sin conocimientos médicos

familia Díaz era una de las diez familias más poderosas de

el abuelo Victor había sido una figura legendaria, pero incluso los

muchos esperaban la caída del abuelo

pasando las cuentas rojas del rosario por el dorso de su mano pálida, mirando con

se encontraban paradas

chaqueta acolchada de color beige, hablando

y largas, con un sombrero estilo inglés caqui en la cabeza, inclinada escuchando a su compañera.

rostro no era visible, su presencia cristalina hacía difícil

se convertía inconscientemente

dijo: “¿No es esa la gran genio? Hermano Sebas, vamos a saludarla.”

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