“La reina Tatiana y el rey Garret”, pregunté. No tenía idea de por qué lo dije, pero tenía un vago recuerdo de haber escuchado a mi madre mencionar esos nombres antes de que la mataran. De hecho, ella lo gritó. Lo grité con tanto odio que debe haberse quedado conmigo.
“Me sorprende que conozcas esos nombres. Solo habrías sido un niño pequeño”, dijo el Rey, observándome nuevamente.
“Recuerdo haber escuchado los nombres, es ahí donde estás-” Pregunté antes de cerrar la boca y maldecirme mentalmente. Tranquila, Ivy, al Rey no se le cuestiona, me recordé, pero él dijo que podía hacer preguntas, pero los viejos hábitos me hacían cuestionar cada pequeña cosa, si era o no un truco, o si lo estaba usando como una forma de encuentra algo por lo que castigarme.
“¿Por qué haces eso? Vas a decir algo, luego paras —me pregunta antes de rodar y tirar de mí con él. Mi estómago dio un vuelco cuando tiró de mí para sentarme a horcajadas sobre su regazo mientras se apoyaba en la cabecera de la cama. Esta nueva posición era aún más incómoda que la anterior ya que me ponía rígida. Mis manos agarraron torpemente mis muslos mientras me sentaba, queriendo bajarme de él.
El Rey agarró mis manos y traté de soltarme cuando colocó ambas sobre su pecho desnudo. Su piel estaba caliente bajo mis palmas, y podía sentir su corazón latiendo constantemente en su pecho mientras el mío farfullaba y quería liberarse de mi cuerpo.
“¿Nunca respondiste?” Dijo el Rey, haciéndome recordar su pregunta.
“¿Por qué te detienes cuando quieres saber algo? El conocimiento es clave. Deberías hacer preguntas. ¿De qué otra manera aprenderías las respuestas? Me gusta cuando hablas, quiero saber todo de ti. Te encuentro fascinante,” ¿Yo fascinante? ¿Cómo podría? Lo único que pudo aprender de mí fue cambiar sus sábanas y doblar sus toallas como a él le gustan. No había absolutamente nada extraordinario en mí que él pudiera querer saber.
“Y para responder a tu pregunta, sí, voy a ir mañana, pero me gustaría que vinieras conmigo, ¿te gustaría venir?”
“¿Puedo dejar el castillo?”
“Bajo guardia, pero sí, puedes irte”. ¿Por qué necesitaría un guardia? Me preguntaba, pero la idea de irme me emocionaba.
“¿Puede venir Abbie?”
contigo, pero si te sientes más cómodo con su visita,
con su
cuando me golpeó. Miré mis piernas desnudas. La vergüenza se apoderó de mí. ¿Adónde
rey”, le pregunto, tirando del cuello de la
sus ojos en sus manos mientras empujaba el dobladillo de su camisa más arriba, revelando mis bragas de algodón
yo”, responde a la
se dieran la vuelta —murmura, pero sus ojos seguían observando sus manos cuando se deslizaron hasta mis caderas, sus pulgares rozaron mis bragas y contuvo
quedarás conmigo. Haré que traigan sus cosas aquí mañana cuando
en mí. “¿Quieres saber por qué? Debe ser confuso”, asentí
he querido a ti, y no puedo
señor, soy su esclavo”, hablo lentamente, esperando que
se atrevería
“Cuáles son tus intenciones,”
cambio. Bueno, si lo supiera, no
a salvo conmigo”, me pregunté brevemente si debería decirlo, pero él seguía diciéndome que podía preguntar, y el ardiente deseo de saber estaba empezando a
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