Duerme en la cama si quieres. Te prometo que me quedaré aquí —le digo. Dustin niega con la cabeza. En cambio, me sigue hacia el sofá. Recupero mi tableta, la abro y reservo antes de decidirme a hacer algo educativo. Dustin se quedó allí mirándome y yo le levanté una ceja.

“Se supone que debes estar durmiendo”, le digo, acariciando el sofá. Frunce los labios.

No me hagas tratar de darte órdenes. Probablemente solo me avergonzará cuando no pueda —me río, y sus labios tiran de las comisuras, pero se sienta de mala gana, y tiro la manta sobre él.

“Ahora, duerme”, le digo.

“Sí, jefe”, se rió, cerrando los ojos. No pasó mucho tiempo antes de que se durmiera, y después de una hora, cayó de lado sobre mí, con la cabeza apoyada en mi regazo mientras yo trataba de averiguar cómo hacer la letra extraña en el libro. Tenía un guión encima, pero no pude descifrarlo en la tableta. Me rindo, paso a la siguiente oración cuando entra Damian, y me llevo un dedo a los labios, señalando a Dustin dormido.

—Debería estar en guardia —gruñe Damian, y yo le gruño.

—Treinta y seis horas ha estado en la lista —le espeto, y él parece desconcertado.

“No, Trey es su relevo”, dice Damian, mirando a Dustin.

“Trey estuvo aquí antes. Dustin no confiaba en él y lo despidió”. Damian parecía confundido pero suspiró.

“Bien, hablaré con Dustin cuando despierte; Traje tu almuerzo —dice Damian, pasándome un plato. Dejo mi plato en el brazo del sillón.

“¿El rey?”

que tenía

a ver-” Damian levanta una

tengo que ir con el

molesto. “El Rey dijo que te llevaría el fin de semana. Él,

puedo ser paciente cuando sé

dijo que

enojándome. ¿Por qué no me

reina, no sé qué más decir,

Rey —gruño, mirando

gruñe. Si tiene razones, ¿por qué no me dice esas malditas razones? Sólo quiero verla, eso es

en la mesa de café antes de salir

“¿Azalea?”

 

 Pero hay muchos otros aquí que pueden hacerlo —le digo antes de salir de la habitación. Las excusas siempre

los ojos en blanco y tiro de mi brazo de

mano. Me mira y sonríe, sus ojos van por

“¿Todo bien?” —pregunta Kyson—.

que lo suelte. Sacude la cabeza y

atención hacia mí antes de saludarme y despedir a Damian. Miró a la

el sillón, dejándose caer pesadamente en él, su whisky se derrama por los lados de su vaso. Lo tomo de él, colocándolo en la mesa de la lámpara a su lado justo cuando

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