Cinco años después, Tessa estaba sentada en el salón de un lujoso yate privado que surcaba las olas del extenso y reluciente mar azul. Sostenía su violín de color caoba mientras lo afinaba en silencio.

Los demás miembros de la orquesta ocuparon sus lugares a su alrededor, charlando animados entre ellos sobre el propietario del yate, que resultó ser el conocido principito de la familia Sawyer.

Se rumoreaba que el chico ya valía miles de millones a pesar de que apenas tenía cuatro años, y su bisabuelo, el viejo señor Sawyer, no se contenía a la hora de celebrar el cumpleaños del pequeño. De hecho, el mismo yate fue un regalo para él, y lo compró sin pestañear.

—Oye, ¿por qué crees que los Sawyer designaron a nuestra orquesta para que actuara durante la celebración del cumpleaños del principito? Hay muchas otras orquestas más famosas que la nuestra.

—¿Quién sabe? Sólo he oído que fue el principito quien nos seleccionó para actuar hoy. Gracias a él podemos tocar en un yate tan glamuroso como éste, ¡y nuestros honorarios se han caso cuadruplicado para este evento!

Al oírlo, los demás miembros de la orquesta empezaron a manifestar su envidia:

—Todos deberíamos ser tan afortunados de tener sólo una décima parte de las riquezas del principito. Piensen en lo fácil que sería entonces nuestra vida.

—¡El destino favorece a unos sobre otros, y el principito parece haberse llevado casi toda la suerte! Solo nos queda celar.

Al oír eso, Tessa sintió que las comisuras de sus labios se curvaban en una sonrisa amarga y sin humor. En efecto, pensó con expresión sombría: «hay quienes el destino favoreció y les concedió la victoria desde el momento en que nacieron, como el principito de la familia Sawyer».

Luego estaban los que, como ella, se habían quedado atrás antes de que el árbitro pudiera siquiera disparar el fuego para anunciar el inicio la carrera. El padre de Tessa era un pedazo de escoria que engañaba a su mujer y que ignoraba todo lo que ella había hecho por él, abandonándola y olvidando sus luchas pasadas juntos tan pronto como su negocio alcanzó la cima del éxito.

madre falleció, Tessa y Timothy no tenían a nadie más en quien confiar que en el otro. Como resultado, ella se había visto obligada a vender su propia carne y sangre sólo para conseguir el dinero para el

a ver a mi bebé…» pensó con pesar. Cada vez que lo recordaba, un dolor punzante le atravesaba el corazón, amenazando con destrozarlo. Se dio cuenta de que su bebé debería haber cumplido cuatro años también, más o menos la misma edad que el principito. «Ni siquiera sé si es un elegante niño o una adorable niña. No sé dónde se ha metido el bebé

repente, se le empañaron los ojos y no pudo evitar la sensación de estar al borde del llanto. Justo entonces, un

estás haciendo

niebla en sus ojos se aclaró cuando se volvió en dirección a la voz, sólo para ver a alguien a quien deseaba

su rostro estaba maquillado con delicadeza. Tenía una inclinación altiva en la barbilla

disgusto al verla, pues no esperaba

de sus tacones de aguja chocando contra el suelo y resonando por toda la habitación. Cuando se detuvo frente a ella, se burló con arrogancia—: No creí que siguieras viva. Tenía la impresión de que tú y

Timothy sin piedad, nunca habría necesitado dar a luz al hijo de ese hombre, y mucho menos pasar por la devastación de separarse

yo también estamos igual. Sólo estamos esperando que un rayo las

recordaba, siempre había sido demasiado tímida e insegura de sí misma como para contraatacar—: Sólo han pasado

soy tan mala como tú y tu madre —respondió Tessa con

ese momento, su prioridad era asegurarse de que la actuación se desarrollara sin problemas, y no era el momento de sacar a relucir el pasado. Con eso en mente, se puso de pie

evitar recordar lo mucho que había trabajado junto a su madre para echarla a ella y a Timothy de la Residencia Reinhart. Pensó que había ganado. Pero, por alguna razón, seguía sintiendo que estaba por debajo de ella, incluso cuando estaba frente a ella, toda glamurosa y arreglada. Ya

la echamos de la familia. ¿Cómo se atreve a aparecer aquí en este fastuoso evento

coloreó su rostro. Mirando

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