CAPITULO 81 EXTRA. ¡SOPHI, NO PUEDE SER! Otros tres años después. 

– Amor, despierta. 

Aquellas palabras dulces susurradas en su oído hicieron que Meli sonriera. 

–Cinco minutos – pidió con un puchero. : 

–Y diez también, pero recuerda que hoy es el cumpleaños de James, y algo me dice que el ambiente allá afuera anda revolucionado sonrió Nathan. 

–¿Lo dices por el ruido de las motos o por los chillidos de tu hijo dentro del castillo inflable? –rezongó Meli. 

– Lo digo precisamente porque ya inflaron hasta el castillo – dijo Nathan–, ya muy pronto van a empezar a llegar los invitados y tú todavía andas de remolona. 

Meli se giró hacia él, besándolo y acurrucándose contra su pecho, y sonrió. 

– Yo tengo derecho. Me voy a poner remolona y floja a partir de ahora, y tú me vas a consentir mucho, muchísimo, como todo esposo debería consentir a su esposa en esta situación. 3 Nathan arrugó el ceño, confundido. 

–¿De qué hablas? ¿Qué situación? —preguntó. Meli tomó su mano y la bajó hasta su vientre calentito y suave. 

– ¡Esta situación! –dijo Meli y Nathan sintió que su corazón despegaba del suelo con alas más grandes que las de Pegaso. 

en serio!? ¿Estás embarazada,

a ser papás otra vez –dijo Meli,

exclamó, abrazándola y girando sobre la cama con ella en brazos—.

riendo ante la mirada llena de

tu reacción es increíble

a que te

Nathan se levantaron y rápidamente se pusieron a ayudar con los

El niño estaba encantado con todos los juguetes y los regalos que le habían traído, y sobre todo con el enorme castillo inflable que llenaba

anunció que definitivamente ya se mudaba a Boston, a pasar sus últimos años con la familia.

y hasta la

una beca especial en Alemania para estudiar Diseño Automotriz, v Nathan había estado más que orgulloso de cubrir todos los gastos del chico para que pudiera estudiar. Ahora regresaba, recién graduado y con increíbles ofertas de trabajo. Rex, por su parte, ya había ganado cuatro anillos del Super Bowl,

que más quería, se sentía feliz y protegida, como si nada malo

por más que las cosas fueran

Nathan le preguntó aquello a su esposa, rodeándola con

estoy preocupada –confesó ella. – ¿Por qué? Meli le hizo un gesto para que la siguiera y se asomó con sigilo desde la cocina de la casa, mostrándole cómo en la

Rex va a salir – le dijo Meli – Estuvo todo el día con los niños, pero ya ves que es fin de semana, a esta hora sale de fiesta y... Creo que el momento que estábamos esperando no va

Él no la ve de esa forma –

con que ella sí lo haga es más que suficiente. Ya no es una niña chiquita, y si no resolvemos esto, las cosas pueden ponerse muy feas a

Tienes razón, tenemos que hablar con

que hablar con Rex…

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