La Novia Equivocada Novela de Day Torres
LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 12. ¿Qué le pasó a Sophi? Nathan King era un hombre complicado y no se molestaba en ocultarlo. Al final, esa era su prerrogativa como hombre poderoso. Pasó directamente a buscar a Sophia y se dio cuenta de que su hija ya estaba calmada, cantando mientras “su niñera” y ella armaban un rompecabezas demasiado feo.
– Hora de irnos, mi amor –dijo con tono suave y Sophia abrazó a Amelie despidiéndose de ella.
– Todavía no me sé la tabla del 8 –murmuró.
– Te prometo que mañana te la voy a enseñar, ¿de acuerdo? Mientras tanto, pórtate bien en la escuela —respondió Amelie dándole un beso y un abrazo apretado. Sophie tomó la mano de su padre y Nathan miró a Amelie por un segundo. La muchacha tenía las mejillas encendidas y él sabía que era por las dos bofetadas que le había dado Stephanie. Solo recordarlo le arrancó un gruñido de impotencia.
– Gracias por cuidar de mi hija –dijo con sinceridad y a Amelie casi se le desprendió la quijada de la impresión.
– De... de nada. Sophia es una niña muy buena –murmuró. Aquel hombre parecía un insensible hasta que se trataba de su hija.
– ¿No hizo ninguna travesura? —preguntó él y las vio mirarse con complicidad.
– Hizo una – dijo Amelie sin mentir–, pero es comprensible que reaccionara como lo hizo, y prometió que no volverá a hacerlo.
Sophia asintió con seguridad y los ojos de Nathan se cruzaron con aquellos ojazos azules de Amelie solo por un instante, suficiente para que los dos desviaran la mirada inmediatamente, recordando todo lo que aún no se habían dicho.
Nathan salió de allí con su hija, los Wilde los despidieron en la puerta, y apenas el auto atravesó la verja de la entrada, cuando Stephanie desató el escándalo en aquella casa, quejándose de todos los King por igual. Amelie fue a esconderse en su cuartito feo, y suspiró pensando en lo loco que debía estar Nathan King para casarse con su prima.
Cerró los ojos y por un segundo pensó en él. Le había dado las gracias. Debía ser un evento mágico, como escuchar cantar a un hipopótamo o algo así de absurdo. Finalmente el cansancio la venció y se quedó dormida, sin imaginar que Nathan King ocupaba mucho más que unos minutos en analizar todo lo que había visto y
escuchado esa noche.
Al día siguiente, como Paul era un hombre de palabra, entró a su oficina bastante temprano, llevando una hoja de vida en una carpeta.
–Acabo de sacar esto del archivo de Recursos Humanos. ¡Y no lo vas a creer! – exclamó poniendo el documento frente a Nathan para que lo revisara.
En la parte superior había una foto de Amelie y debajo sus datos personales.
silencio, con los ojos muy abiertos al leer la información de Amelie. Era una recién graduada de un bachillerato público. Había conseguido becas para varias universidades importantes, pero
detuvieron en
ibas a creer! – le recordó Paul. — Déjame adivinar, esta no es una
¿Cómo lo ves?
querer trabajar como la chica del correo en esta empresa siendo una Wilde? ¿Y con tantas opciones universitarias? —preguntó
importante: ¿por qué los Wilde tratan como una sirvienta a su propia sobrina?
esta casa y si me vuelves a responder vas a ser una indigente esta misma noche...!” – Algo no me gusta de todo esto, Paul. – ¡No me digas! —suspiró este. –Creo
chisme completo –accedió Paul ––
hasta dónde están dispuestos a llegar para engañarme. Sé que
aunque planeaba dejar que los Wilde se confiaran, él no se quedaría quieto.
Era brusca y desafiante con él, eso ya estaba demostrado, pero con sus
y respetuosa con los demás. La gente se sentía atraída por ella y la apreciaba por su atención y dedicación. Sabía los
apreciaba mucho, aunque no faltaban las chicas envidiosas que se quejaran de la atención que recibía. Nathan también tenía ganas de quejarse a veces, pero luego se obligaba a
comenzó a ver a la chica que había debajo de la fachada. No solo era dulce con Sophia y el abuelo, era dulce incluso con las
es contestona y rebelde es conmigo! —
que había un mundo lleno de sorpresas enterrado bajo aquella loca fachada; y uno de los más importantes era que Amelie no solo era la amiga de su hija, también era la mujer que la
esperaba en el estacionamiento, Stephanie pasaba por la niña a su oficina y enseguida se la
después, viendo a Nathan pensativo
y compra su comida –respondió Nathan–. Siempre he creído que mi hija era difícil para comer, y
es Stephanie la que trae conmigo – dijo el CEO–, lo extraño es que Sophia no me haya dicho
qué su padre hace las estupideces que hace, como comprometerse con una desconocida, por ejemplo. Nathan le torció los ojos y Paul no siguió hablando, pero su expresión dejaba más que claro un “Te lo dije“. –Entonces supongo que tendré que preguntarle
no respondió Nathan—. Despejé mi agenda para poder almorzar con
y Nathan se oscurecieron en un segundo. Solo la mujer pareció no notar el incómodo momento, pero padre e hija casi hicieron la misma mueca de fastidio. Media hora después estaban sentados en el restaurante más lujoso cerca de la empresa. Nathan pidió filete para él y Stephanie, fingiendo aquel papel de madre que le quedaba demasiado grande, pidió salmón con verduras para ella
trata de que te guste o no, se trata de que te alimente, y
negó la
Leer La Novia Equivocada Novela de Day Torres LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12 Leer La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12 La lectura La Novia Equivocada Novela de Day Torres de Day Torres ha sido actualizada al capítulo LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12 . En LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12 de la serie La Novia Equivocada Novela de Day Torres, Nathan King es el hombre más poderoso y rico de la ciudad. Su riqueza hace que ya no crea que las mujeres acuden a él por amor, hasta que conoce a Amelie, una chica pobre. El destino los ha emparejado, pero ¿se juntarán?... ¿Este $capítuloTítulo autor $autorNombre menciona algún detalle? Siga LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12 y los últimos episodios de esta serie en Novelxo.com. La Novia Equivocada Novela de Day Torres LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12 La Novia Equivocada Novela de Day Torres novel LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 12