La Novia Equivocada Novela de Day Torres

LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 59

CAPÍTULO 59. Esto es como un sueño

El avión privado era algo normal para Sophia, pero no dejaba de preguntarse cuál era ese lugar maravilloso donde su papá decía que iba a ser feliz de nuevo.

Se puso a dibujar y a escuchar música mientras despegaban y Nathan se llevó al señor King hacia el fondo del avión. Le tomó poco tiempo y un buen vaso de bourbon explicarle lo que había pasado con Meli, y el pobre anciano estaba conmocionado, pero indudablemente feliz.

-¿¡Es en serio, hijo!?

-Te lo juro, abuelo. Paul también estuvo con ellos -respondió Nathan y Paul asintió palmeando el hombro del abuelo-. Ahora mismo vamos a verlos.

El abuelo estaba más emocionado que nunca al saber aquella noticia, y en especial que tenía un nietecito que ya casi caminaba.

Llegaron a Boston en poco tiempo y fueron directamente a la casa de Meli. En ese momento Rex estaba en prácticas y la muchacha estaba esperándolos, ansiosa. Estaba preocupada por la reacción de Sophia, Meli sabía lo mal que se había sentido al saber que le habían ocultado que

o queria que pensara que ella también había estado escondiéndose.

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Pero finalmente aquella puerta se abrió y Sophia entró de la mano de su padre.

En medio de la sala, sobre la alfombra, había un niño jugando, y sentada frente él estaba…

Sophia se agarró fuertemente de la mano de su padre y Nathan se agachó junto a ella.

-Mi vida. Te dije que te iba a dar una sorpresa que te iba a hacer muy feliz – le dijo Nathan al ver cómo los ojos de su hija se llenaban de lágrimas -. Cuando vine de viaje a Boston hace unos días los encontré, Meli no murió en el accidente, y tu hermanito tampoco. Ellos trataron de avisarnos, pero por desgracia nosotros no nos enteramos

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La niña estaba paralizada, no sabía qué decir. Su pequeña boca solo se movía pero no salía ningún sonido. Meli caminó hacia ella y se agachó también a su lado.

-Hola, mi amor – le sonrió y eso solo bastó para que Sophia le echara los brazos al cuello llorando-. Ya, mi corazón, ya, todo está bien… – susurró Meli abrazándola pero la verdad era que no podía evitar llorar también. Había amado a aquella niña desde que la había conocido, y el corazón de Amelie Wilde no olvidaba con facilidad.

Sophia prendida de su cuello-. ¡Lo siento

cara de la pequeña entre sus manos y la besó en

—¡Y yo te quiero a ti, Meli, yo te quiero mucho! ¡Lo siento…! -Ya, ya, mírame. ¡Ya pasó! ¡Yo estoy

trató de calmarse, y la miró con

no subiste a ese avión…

porque tenía muchos vómitos por tu hermanito – le contó Meli y Sophia volvió a hacer un puchero que ella cortó enseguida—. ¡Eso

pedí que

Meli—. ¡Mira, allí

quiero asustar, estoy fea… – susurró. -Claro que no, mi amor, si tú eres la niña más linda

como al resto de los adultos. Se

está probando -se rio Sophia, cargando a su

las marcas de los dos dientecitos frontales

Nathan y vio otra

-gritó levantándose y corriendo

de felicidad, besando cada mejilla del

con fuerza y sonrió, con

-¡Te extrañé mucho, abuelo!

extrañé a ti, mi niña! —respondió él con dulzura-. ¡No quiero que vuelvas a

mientras tiraba de él y

—Abuelo, él es James.

al saber que su bisnieto se llamaba como él, y pronto estuvo haciendo alarde de

de la gente, él extendió su mano y ella fue a abrazarlo, viendo como su familia estaba armándose de nuevo poco a poco. Todo estaba bien otra

para saber de la empresa – le confesó Harrison

que me interesaba en este mundo era ella -dijo señalando a Meli—. Lo que pasara con sus empresas o su dinero después de que ella

en el presente y en el futuro – lo animó Harrison-. ¡Y por cierto, soy el padrino de tu hijo y me debes las quinientas nubecitas blancas que hay pintadas en su habitación! Me las

reunió con Sophi y con James en el

Sophia corrió a sus brazos emocionada. Él la levantó y le dio una vuelta

un beso en la mejilla-. Me dijeron que venías y compré un regalo para ti. – Le entregó una caja y Sophi la abrió emocionada, sin embargo cuando vio el regalo su sonrisa se apagó

libro ilustrado

a verlas-confesó y Rex le hizo un guiño a Nathan, porque este ya le había contado por qué Sophia había dejado de ir al acuario -. Estoy muy grande

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