CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 1. Corazones heridos Dos semanas después. 

Maddi miró las escaleras con expresión desesperada. El único ascensor del edificio estaba atorado o por algún motivo no quería funcionar, y ella debía subir ocho pisos hasta el departamento que compartía con su novio. 

Normalmente eso no hubiera sido un problema, después de todo solo tenía veintiséis años, tampoco era una viejita, pero era la una de la madrugada y últimamente estaba demasiado cansada. Doblaba turnos todos los días en la cafetería donde trabajaba, porque gracias a eso se pagaba la carrera de medicina de Martin, y ya faltaba muy poco para que se graduara. 3 

Entonces se casarían y ella podría descansar, sería su turno de estudiar mientras él trabajaba. Así lo habían acordado hacía seis años. 

Protestó ferozmente contra el idiota que había roto el ascensor, pero finalmente logró subir los ocho pisos. Metió la llave en su cerradura, muerta de sueño, pero lo primero con lo que sus ojos se tropezaron la despabiló en un segundo: justo frente a la puerta había un brasier tirado en el suelo y no era suyo. 

Y como si el reguero de ropa hasta la habitación no fuera suficiente, los sonidos que salían de ella eran más que reconocibles. Maddi empujó suavemente aquella puerta sin poder creer lo que veía: Martin estaba desnudo en su cama, con otra mujer. No, solo desnudo no, estaba nalgueando aquel trasero en pompa mientras se lo follaba como si su vida dependiera de eso. 

Maddi permaneció inmóvil en el umbral de la habitación durante unos segundos, encajando aquel golpe, y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver la expresión de éxtasis en su rostro, que murió en el mismo instante en que la vio parada allí. 

–¡Maddi! 

–¿Qué mierd@ es esto, Martin!? –gritó ella desconsolada mientras su novio y su refinada amante se cubrían con las sábanas. 

– ¡Dijiste que hoy llegabas a las tres! Maddi lo miró estupefacta. 

– ¡Pues qué buena justificación! – le gritó –– ¿Cómo puedes hacerme esto? No podía creer que Martin la hubiera engañado, después de todo lo que había hecho por él. Giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta del departamento, abriéndola llena de rabia e incredulidad. 

–Bueno...jes que nunca estás en la casa, Maddi, casi no te veo, siempre estás en la cafetería trabajando...! 1 

-¡Para pagar tu carrera, infeliz! –vociferó ella– ¡Trabajo para que tú puedas ser un médico distinguido! i¿Y así es como me lo pagas?! ¿Acostándote con una put@ en mi misma cama? 

–iOye espera, no la llames así! – replicó él y Maddi lo miró como si fuera a golpearlo. –¿Disculpa? —siseó. –¡No es una put@! ¡Es una doctora residente y encima es tutora... mi tutora en la escuela de medicina! 

Maddi abrió la boca, sin saber qué decir porque solo tenía ganas de golpearlo. 

–¿Entonces.... por eso...? ¿Te estabas buscando una novia más educada, Martin? – lo increpo y la línea fina en que se convirtió su boca fue toda la respuesta que necesitaba–. ¡Te largas! – le gritó mientras iba al cuarto y tiraba su ropa fuera del closet–. ¡Te largas de mi departamento ahora mismo! 

que pudiera hacer otro movimiento, él la tomó bruscamente del brazo y la

pago yo!

la amante de su novio tiraba a sus pies un bulto de

el ridículo, linda. Una simple mesera no pega con un médico – dijo la mujer con sorna-. Hazte un favor y desaparece. Al siguiente segundo Martin le tiraba la puerta en la cara y ella se lanzaba contra la madera,

¡Sacrifiqué todo por ti, infeliz, trabajé día

hombre con el que estaba desde hacía seis años la traicionara así, pero peor era que después de todo estaba sola en aquel corredor, con un poco de ropa en una

apoyó en la pared intentando caminar, alejarse de allí, algo. Sus ojos enfocaron las puertas abiertas del

Una hora antes. 

firme! ¡Que lo

sentado en una de las barras del bar más exclusivo de Londres, tan exclusivo que tenían

lucecita, que mi amigo necesita leer el contrato más importante de su vida? –sonrió Will y el cantinero asintió con una sonrisa, encendiendo

que Sabrina le había mandado ese mismo día. Y del otro lado estaban el resultado de la prueba de esterilidad, y la contrademanda que había redactado el abogado

un lado tenía a Will y del otro a su esposo Connan, alias El Greñas. ¡Y había que ver cuál de los dos estaba más entusiasmado por ese divorcio! –¡Que lo firme! ¡Que

sentimos, Jimmy, pero siempre supimos que Sabrina no era para ti

el glamour y tú eres un hombre muy familiar, honestamente no sé qué te pasó con ella.

ya llevaba dos copas de más. 3

 

líquido compuesto de glóbulos plaquetas y plasmaaaaaa, y su posterior concentración en la testa que

que dijo? –murmuró James

al pito ––replicó Connan y James escupió

¡Concentrate que esto es

pero al menos dentro de todo

lo que Sabrina no quiere

salida – respondió Will sacudiendo el papel–, hasta que se

No te desanimes, ahora es cuando realmente tienes opciones: vientres de alquiler, fecundación in vitro, tus mejores nadadores seleccionados y ¡bum! ¡Bebé en el horno! – exclamó el

de la mano a Will–. Atiende lo que dicen de mis nadadores: Recuento de esperma bajo,

lentos y feos

mirar sexy y aun así adoptamos! ¿Y tú quieres una niña más preciosa que nuestra hija? ¡No! ¡Así que mentalizate, Jimmy! ¡Firma el puñetero divorcio y

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