CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 33. ¿Tienes idea de lo que puedo llegar a hacerle? 

Era como una patada en el estómago, una que le sacaba el aire y lo llenaba de rabia al darse cuenta de que aquella era la voz de Martin Prescott. 

-¿¡Qué le hiciste a Maddi!? ¿Dónde está!? -gritó furioso pero no necesitó preguntar dos veces porque el llanto de los bebés de fondo le decían que estaba en los cuneros. 

-Sobra decirte que no llames a la policía -replicó Martin-. Tengo cuatro bebés y a tu mujer, así que te voy a dar un rato para que pienses cuánto estás dispuesto a negociar. 

Colgó la llamada y James se giró hacia su madre, que lo miraba con expresión asustada. 

-Es Martin Prescott, tiene a Maddi y a los cuatro bebés, está en los cuneros, llama a mi padre, voy a buscar a Sibar -le dijo antes de quitarse el saco y la corbata y salir corriendo de la casa. 

James corrió hacia el pequeño edificio de seguridad y Sibar se quedó impactado cuando su jefe le dijo que Martin había logrado acceder a la propiedad. 

-¡Pero es que…! 

– 

-¡Ahora mismo no me importa cómo lo hizo, Sibar! declaró James porque sabía que él había sido el primero en confiarse de la ausencia de Martin-. Lo que quiero es sacarlos sanos y salvos. 

Sibar cerró los ojos por un momento, concentrándose y luego levantó el teléfono, llamó a la directora y comenzó a dar órdenes. Había que sacar a todos los niños de la escuela, Meli organizó una visita relámpago a uno de los parques naturales de la ciudad y en menos de diez minutos los autobuses estaban saliendo de la propiedad incluso con los niños más pequeños. 

Afuera de la escuela solo quedaron Sibar, James y sus padres, pero apenas el último autobús había alcanzado la carretera cuando una camioneta negra entró por el camino a la propiedad, levantando el polvo. 

-Yo lo llamé, estaba en la ciudad así que lo llamé -le dijo Nathan cuando la todoterreno estacionó junto a ellos y vieron bajarse a Aaron. 

Venía molesto y sombrío y el saludo se limitó a un apretón de manos antes de que abriera la cajuela de la camioneta y le lanzara a Sibar un chaleco antibalas. 

-¿Qué sabemos además de que tiene a cuatro bebés y a Maddison? -preguntó-. ¿Está armado? 

Pero antes de que James fuera a acotar algo porque el chiquillo se había hecho cargo de aquello, Nathan apretó su brazo y negó

-Sibar tiene más experiencia que el niño -susurró James, preocupado. 

-La agencia de seguridad “es” del niño -replicó su padre en su oída. Y escuché de muy buena fuente que sabe lo que hace. 

Un segundo después Sibar le explicaba a Aaron la disposición. 

-Los bebés están en el segundo piso, el cunero tiene una sola puerta de entrada y salida, solo nos quedan las ventanas, que ni se molestó en cerrar porque finalmente son de cristal y sabe que no le dispararemos… pero igual no sabemos qué está pasando adentro, señor. 

A James casi se le desprendió la quijada cuando escuchó a Sibar llamarlo “señor“, pero un segundo después supo por qué. 

-Sube al techo de la camioneta, ahora te paso unos buenos ojos -le ordenó Aaron y Sibar obedeció de inmediato. 

Un segundo después veían al muchacho armar un rifle de francotirador, un CheyTac Intervention y alcanzárselo a Sibar como si no pesara catorce kilos. El hombre se acostó boca abajo en el techo de la camioneta y apuntó al segundo piso. 

manos pero lleva chaqueta, puede tenerla debajo -le fue informando

pero mantenme informado -dijo lanzándole un audífono que Sibar se puso

se quitó todos los arneses y cinturones donde llevaba

mantenga a Martin pegado a la puerta -le dijo-. Concentrado en la

la pared? -preguntó

una de las ventanas, si

-¿Desarmado? -insistió James. 

explicó Aaron-. Es un riesgo que no podemos correr. Pero no se preocupe, vamos a sacar a todos de ahí a salvo. Solo tiene que decirme cómo lo quiere. -James frunció

los

caminar hasta la cárcel

pueda -sentenció Aaron entregándole un audífono para que se lo

subía las escaleras desde la entrada principal e iba a pararse frente a

adentro escuchó la voz de

-¡James! 

pero fue Martin quien

que siga bien solo dependerá de ti, porque te advierto que te la puedo enviar afuera por una de las

una maldit@ vez por qué estás aquí y qué tengo que hacer para que te largues! -gruñó

a devolver con creces! La verdad -dijo Martin en un tono más bajo y amenazador que hizo que James se estremeciera de pies a cabeza-, es que quiero hacerte sufrir tanto como pueda….

mientras en el audífono escuchaba los jadeos cortos y concentrados de Aaron, que se impulsaba trepando la pared.

“Si tienes la lengua de tu

con un gruñido y

único que podrías

te lo entrego en efectivo o si quieres que te haga otro chequecito sin fondos!

se escuchó un rugido sordo

Martin la agarró del cabello y la arrastró a la puerta, haciendo que se golpeara la cabeza con ella.

golpeando la puerta

te calles la maldit@ boca o si no te la voy a entregar más usadita de

solo se ganó otra bofetada que la mandó al

regreso, pero no podía arriesgarse a que se desquitara

la toques, infeliz! -rugió James golpeando la puerta- ¿Cuánto quieres? ¡Dime cuánto quieres!

efectivo y garantías de que no se me investigue ni

dejarte ir

eso o te quedas viudo antes de casarte! -replicó Martin-. Diez millones sin marcar y un auto. -¡Déjame ver a Maddi! ¡No

la veas, ¿pero qué tal si la escuchas? ¿Quieres escucharla, James? – siseó acercándose a Maddi y arrinconándola contra una de las paredes de la habitación. Maddi se aferró a la pared

al otro lado de la puerta. Su mente se llenó de terror imaginándose qué intentaría hacer Martin con ella, pero antes de que le pusiera un solo dedo

suelo, y luego Maddi vio a Aaron levantar al hombre del piso y empujarlo frente a él antes de

la puerta, James!

puerta abrirse de un golpe, con la cerradura rota mientras el cuerpo de Martin caía revolcado a unos cuantos metros. Sobre su pecho se marcaba la tierra de una bota de Aaron, indicando que había sido una patada suya la que lo

dos palabras fueron una orden.

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