La Novia Equivocada Novela de Day Torres

LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 63

CAPITLO 63. Operación “Los tórtolos caen esta noche” Nathan se quedó mudo por un instante. La idea ya le había pasado por la mente. La verdad era que Meli y su hijo ya se habían acomodado perfectamente en Boston, ella tenía su empresa y la universidad y a sus amigos, y ahora Sophia también parecía necesitar un cambio de aires.

—Bueno... supongo que podemos discutirlo en familia – accedió Nathan mientras Meli iba a buscar al abuelo para que se reunieran todos en la biblioteca.

Sophia planteó su idea y la defendió como si estuviera defendiendo su candidatura a la presidencia y el abuelo King sonrió.

–Yo he vivido toda mi vida en la misma casa, estaría bien pasar los últimos años descubriendo un lugar distinto. Así que estoy de acuerdo. Meli se sentó en el regazo de Nathan y pasó un brazo sobre sus hombros.

– Solo quedarías tú, amor. ¿Quieres venir a vivir aquí? ¿Crees que puedas mover la empresa hasta acá?

– Tu pudiste –respondió Nathan con sencillez–. Y no hay nada que yo no haría por verlos felices.

–¿Entonces sí nos mudamos?! – exclamó Sophia dando saltos emocionada.

–Sí, nos mudamos, mi amor –accedió Nathan y aquella celebración creció aún más cuando le dieron la noticia al resto de la familia.

– ¡Ahora sí voy a poder ir a todos tus partidos! – le dijo Sophi a Rex, muy entusiasmada–. ¡No me voy a perder ni uno, pero tú no puedes dejar que otras chicas te molesten porque yo voy a ser tu novia! ¿de acuerdo?

–¿Qué dices, mocosa? ¡Si eres una niña! —Ya sé, pero cuando crezca voy a ser tu novia, así que mejor te comportas –dijo Sophi con mucha propiedad y Rex le abrió los ojos a Nathan mientras la veía irse. 2

–¡Ya me asustó la enana! – se rio y Nathan se encogió de hombros.

–Yo que tú iba buscándome una isla remota a la que mudarte antes de que cumpla los dieciocho, porque ya van dos años de conocerte y no se le pasa el caprichito –se burló–. Es una King, te va a hacer la vida muy difícil. 3

Nathan palmeó su hombro y se fue, pero la verdad era que Rex Lanning no tenía ni idea de lo difícil que le iba a hacer la vida aquella niña dentro de unos años. 9

La siguiente semana fue de mudanza. Solo Nathan y el abuelo regresaron a su ciudad y arreglaron todo. Los camiones salieron en dirección a Boston y poco después se fueron ellos también. Mudar Kings Holding Corporation no era tan sencillo, pero Nathan comenzaría con mudar solo la directiva.

Poco a poco la vida comenzó a asentarse. Sophia iba a su nueva escuela y Meli y Nathan no podían estar más aliviados de verla en paz, feliz, animada. El acuario de la ciudad no tenía show de ballenas, pero todos los fines de semana salían en el tour del barco a avistarlas en el mar. La niña había vuelto a sacar aquella genuina sonrisa tan hermosa y sus padres estaban encantados.

ocupaban de sus respectivas empresas en las mañanas. En las tardes Meli iba a la Universidad hasta las cuatro de la tarde, y en ese tiempo Nathan o el

Super Bowl gracias a su liderazgo y eso los tenía orgullosos. Un par de

la nena. –¡Todo listo! ¿Rex? –¡Todo listo,

noche... jen

pero le siguieron la corriente. Los niños se quedaron con los abuelos Lanning mientras Rex pasó por Meli a la universidad y el señor James pasó por

para esto! –se asustó

noqueo – lo amenazó el abuelo levantando los puños–, pero te garantizo que

Bueno, bueno, no te pongas violento que a tu edad no te puedes

que quieras, la cosa es que yo te lo diga –respondió el abuelo echando a andar el auto–.

hora Nathan recibió una cátedra completa de cómo hacer feliz a una mujer, incluyendo todas las formas de terminar una discusión con ella, con las dos estrategias más distintivas:

sintió que metía algo en el bolsillo de

lo andes revisando ahora! ¡Anda,

quitó la venda, mirando alrededor. Estaba en una carretera,

medio de la nada! –murmuró Nathan sin

cartel al inicio de un

OUD

“¡POR AQUÍ, IDIOTA!” 2

en letras pequeñas

ENSUCIAR

avanzó por el camino de tierra, rodeado de hermosos árboles, por cerca de trescientos metros. Al fondo divisó una hermosa cabañita, tan rústica que tenía el techo lleno de enredaderas

el portón estaba Meli, con la mirada confusa y preocupada hasta que lo vio llegar y

labios. –Sí... ¡Bueno,

esto? –preguntó él enseñándole su venda negra y Meli le mostró una igual—. Creo que nos han tendido una

caminar alrededor. El lugar era hermoso, había un pequeño lago, un muelle y una mecedora en la terraza

el bolsillo del saco y encontró una pequeña cajita, ni siquiera tuvo que sacarla, porque por su tamaño ya sabía lo que era, y sonrió

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