La Novia Equivocada Novela de Day Torres

LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 29. Quiero que te quedes conmigo La expresión de Nathan King era la de un depredador que acaba de cortar la yugular de su presa y disfruta ver correr la sangre. No le importaba nada que no fuera hundir al hombre que tenía enfrente y Aquiles podía notarlo.

-¿Crees que voy a permitir que lleves a mi mujer y mi hija a la miseria? -gruñó mirándolo con una mueca de incredulidad- ¿Crees que voy a permitir que mi familia se quede sin la herencia que le corresponde por derecho?

Nathan sonrió de medio lado.

– Te veré en el comedor de indigentes donde hago voluntariado antes de Navidad – siseo-. ¡Eso te lo puedo garantizar! Y si crees que eso es malo, no imaginas cómo será si en lugar de quedarte en la calle vas a la cárcel. ¡Pero te juro que esta será la última vez que te atreves a faltarme al respeto, a mí, a mi familia, y mucho menos a mi señora!

-Señor Wilde, considérese notificado – declaró el jefe de abogados de Nathan, dejando junto a él el documento de la demanda antes de correr tras su jefe.

Pocos minutos después el capitán de la policía se ocupaba de mantener a raya a Aquiles, mientras liberaban a Amelie y le entregaban sus pertenencias.

Nathan la vio alargar aquella mano hacia su mochila y cerrarla en el aire solo una vez, y supo que algo iba terriblemente mal. Camino hacia ella mientras la veía bufar con frustración mientras cerraba los dedos en el aire una y otra vez y de inmediato pasó un brazo protector alrededor de su cintura y quitó la mochila de las menos del hombre.

-Lo siento… lo siento -murmuró ella apretándose los ojos con el índice y el pulgar, llena de frustración.

-Tranquila, shshshs, tranquila, yo estoy aquí. Amelie sintió un alivio difícil de describir, como si fuera cierto aquello de que él siempre iba a estar ahí para atraparla. Mientras Nathan la sostenía en sus brazos, sintió que una oleada de alivio la invadía. Los sucesos de la comisaría la habían aterrorizado pero también era horrible saber que sin su protección habría estado perdida.

Nathan la sacó de la comisaría y estaba a punto de abrirle la puerta de su auto cuando escuchó aquel susurro:

– Nathan…

Sintió el momento exacto en que las piernas de Meli cedían y soltó todo solo para

sostenerla. De inmediato pasó un brazo debajo de sus rodillas y la alzó para meterla en el auto. Bastó una sola orden para que uno de los abogados que lo acompañaba se subiera al volante y los llevara al hospital más cercano, donde la atendieron de inmediato mientras él llamaba al doctor Benson. Nathan estaba dando vueltas por aquel corredor como un león enjaulado cuando el médico se le acercó..

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Ella está bien? – preguntó apurado.

-Sí, solo estamos descartando que pudo producir ese desvanecimiento. Voy a pedir análisis de sangre para descartar un embarazo…

mirada interrogante del doctor aclaró-. No se

pasó – dijo Benson-. Le aseguro que no es nada grave, solo debe

media hora le daré el alta, estará dormida pero se la puede llevar. Yo iré a

e impotente, sin su fuerza habitual y sus pestañas oscuras mojadas de lágrimas. Pero en cuanto el médico le permitió llevársela se devolvió a la mansión con ella. – Es como la Bella Durmiente ¿verdad papi?

Nathan, agradecido de que la misma nena

vas a dar el beso de amor para que se despierte? – lo interrogó

mirando – declaró

poco después la vio despertarse y acurrucarse con Sophia para

que el médico vino a visitarla y le

atender a Sophia, por lo que me ha contado, ella está pasando por un momento muy difícil ahora y lo que sucedió hoy solo

-explicó Nathan, y ahora, con todo lo que está pasando, probablemente se siente abrumada. No puedo culparla

a empeorar. No quiero que tenga que internarla, pero si no hace nada, es posible que no tenga otra opción. Las personas que niegan la depresión son las que

es lo que le está pasando ahora? —preguntó Nathan-.¿Cree que está negando que

cuando una persona ha sido forzada a ocultar sus sentimientos por tantos

el médico tenía razón, pero sin

-¿Qué puedo hacer?

y sobre todo hágala sentir segura, es evidente que no tener el control

unió a aquella pijamada en calidad de invitado. Las chicas se durmieron poco después y Nathan llevó sigilosamente a Sophia

aunque fuera por su beneficio, no le quedaba más remedio que obedecer. Nathan se sintió pequeño y mezquino por

vacaciones! -exclamó la

quiero ver ballenas! -dijo Sophia. -¿Ah sí? — dijo Nathan, sonriendo desde la puerta y

se aferró desesperadamente a la mano de Meli mientras le rogaba

dijo emocionada—. Tienes que ayudarme,

sonrió y Nathan

– los ojos de Amelie se iluminaron-. Adivino: Tú también quieres ir a las termas y yo terminaré con el trasero congelado por culpa de todos ustedes — fingió que rezongaba, pero internamente sonrió al darse cuenta de que a ella le entusiasmaba hacer ese viaje. -Pues planificamos todo y nos vamos esta noche.

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