Capítulo 0100

Casandra se asustó al ver escuchar eso, porque no deseaba pisar la cárcel por culpa de la muda e igual podía notar que Nico se estaba controlando para no cumplir con su amenaza.

– Entonces ¿cooperas o te hundirás? – declaró el detective sonriendo

de lado.

– Yo… – Casandra ahora se notaba angustiada porque se sentía

acorralada.

vis dio

– Igual debo informarte que al sujeto que pusieron para seguir y vigilar todos los movimientos de Débora, ya habló con nosotros y nos dio información interesante sobre sus empleadores – comentó el

detective.

– Que… él no… – ahora recordaba que ese sujeto estuvo en prisión y no pensaron en lo que hizo.

– Oh si, fue un chico muy inteligente y decidió cooperar antes de

pudrirse en la cárcel por culpa de un encargo mal pagado.

– ¿Mal pagado? ese imbécil nos pedia una cantidad irreal solo por vigilarla.

-Me alegra ver que estés confirmaron que ustedes lo contrataron para que vigilara a Débora con la finalidad de informarles cuando estuviera sola y en un momento vulnerable para secuestrarla o tratar de dañarla con el fin de matar al pequeño que crece en su interior – mencionó Cristian.

…Casandra se asustó al ver que se delató y que en verdad ese traidor le dijo todo a la policía.

que ya sabemos lo que ustedes y

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de Roger planeaban hacerle a mi nieto

hija, es la bastarda de mi padre – indicó

que no eres

todos los cargos compartidos con su familia por abusar, robar y usurpar algo que nunca fue de ellos – declaró el detective recogiendo los documentos de la mesa

– Que… no… espere…

Tranquila Casandra te daremos tiempo para que pienses bien tu

am… si me prometen que borraran mis cargos

que sé la voz

pero no puedo

– reclamó frunciendo el

que mi oferta dependerá de

detective así que sí

podría prometerte que borraría todos los

de salvar su vida empezó a decir todo

de una hora encerrado

gritó molesto tch… esos idiotas quienes se creen…

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INTERROGARME O QUE…? – declaraba furioso mirando la ventana que había en el lugar y justo en

que puedo decir me gusta torturar bichos asquerosos como tú, haciéndolos

asiento.

Maldito… – Ernesto trató de ponerse de pie para golpearlo, pero la realidad le golpeó haciéndole recordar que estaba

silla.

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