Capítulo97

Al otro lado del teléfono, Beatriz también lloraba.

-Ella sabía que abuelo no me quería, pero usó a abuelo en mi contra. ¿Cómo puede ser tan

despreciable?

Los ojos de Alejandro se quedaron atónitos, sin haber escuchado claramente lo que ella dijo.

La mujer frente a él lloraba sin gracia alguna, pero aún así podía sentir que estaba realmente

triste. Cada lágrima que caía era conmovedora.

-Niña, ¿qué pasa? ¡No asustes a tu abuelo! -Fernando había enfrentado tormentas y tempestades,

pero una niña pequeña que lloraba lo desequilibraba por completo.

Clara sollozó sin poder hablar: -Abuelo, el brazalete se me rompió, estos días, intenté arreglarlo de

todas las maneras posibles, pero no pude… Así que… así que pensé en hacer uno exactamente

igual… solo tenía miedo de que se pusiera triste si se enteraba… Lo siento abuelo… te menti… lo

siento…

Clara lloraba incontrolablemente, su cuerpo temblaba y la parte posterior de su mano estaba

empapada con lágrimas.

Realmente no podía ser más miserable. Alejandro escuchó sus llantos y su cuerpo tembló con

cada palabra.

lo que ella había estado haciendo durante los días

por qué sus delicados dedos estaban llenos de callos, todo para restaurar el

abuelo le había

brillante parecía estar ardiendo en su corazón, con un sabor amargo

doloroso.

niña!-Fernando agarró la pequeña mano de Clara, conmovido y

cuando llegaste por primera vez, noté que

te regalé. Supuse que probablemente se había roto, de

contigo en absoluto.

lo largo de los años, tiene una gran caja de ellas.

pero pensé que tal vez no las aceptarías, así que elegí

antes era solo para que lo

cosas son una carga y que no quiere que lo entierren con ella

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rostro arrugado por el llanto se suavizó un poco,

los ojos y

-¡Alejandro! ¿Dónde demonios estás?

golpeó con fuerza el reposabrazos de su silla de ruedas con fuerza. -¡Ve y consuela a

esposa!

te vayas, aún no he terminado de hablar

algo que hacer aquí,

como terminó de hablar, Alejandro colgó

Beatriz miraba con ira y jadeaba, su rostro enrojecido

¡Irene Isabel, eres una perra! ¡Una puta!

Ana. ¡Tía, necesito tu

abuelo! -Beatriz sollozaba–Si continúa así… Alejandro se enamorará

que llamar y él vendría corriendo a

cuelga mi llamada antes de que pueda terminar de hablar.

todo lo que me

desahogarse, tenía que involucrar a

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