Capítulo179

Si papá, tienes razón–respondieron el Sr. y la Sra. Hernández con una sonrisa forzada.

Me encanta este regalo! ¿Dónde está Noa? ¡Ven aquí para que el abuelo te abracel–preguntó

cariñosamente Fernando con una sonrisa.

Noa dijo que no se sentía bien y decidió no bajar por ahora, vendrá a verte más tarde–respondió

Adrián con voz suave.

Fernando suspiró con pesar y dijo: -Adrián, más tarde enmarca este dibujo para mí y cuélgalo en mi estudio. Así podré verlo todo el tiempo.

Adrián asintió seriamente y guardó el dibujo con cuidado.

Leona, al ver lo mucho que valoraba su abuelo el regalo de Noa, casi explotó de rabia, sus ojos se

pusieron rojos de odio.

Ella pensó que su hermana, que siempre estaba sin dinero, no podría ofrecer un regalo decente y

seguramente quedaría en ridiculo al presentar su regalo de cumpleaños. Pero resulta que esa

mocosa encontró una forma inesperada. ¡Ella había comprado antigüedades por millones de

dólares y al final no podia competir con un simple dibujo que Noa hizo sin esfuerzo!

¡Noa, espera y verás, estás acabada!

el pasillo, Beatriz mandó llamar

con los brazos cruzados sobre el

desagradable.

vamos a hacer ahora?-preguntó Ema

que su rostro estaba rojo como el fuego y

caliente. -Nuestro plan no pudo ni siquiera hacer un rasguño

de su abuelo. En lugar de

aún más.

se está volviendo más caprichoso a

incomprensible!-dijo Ema con los ojos

serpiente venenosa y susurró: -Beatriz, parece que vamos a tener

en marcha

comenzainos ahora? preguntó Beatriz apretando los dientes, con una mirada fria,

un poco

+15 BONOS

invitado importante y en ese momento tendré muchas maneras de hacer que

ne arruine por completo.

de entrega de regalos continuaba,

la primera ola de entusiasmo en toda la

la industria de la tasación de arte,

y admirar de cerca el

la caja con fuerza en su

temblorosos pudieran dañar su

lo regaló mi adorable nieto, y

que todos se rieran a carcajadas, incluso Clara se cubrió la boca y se rio.

compré, espero que te gusten–explicó Alejandro al ver a Diego presente, y era

Julio. En el mundo de las antigüedades, nadie en toda la Ciudad de México

apreciado por Fernando, se sentiría muy complacido–dijo Diego con una mirada cálida y sonriente.

esa habilidad. Es como un mensajero de paz, su comportamiento tranquilo y su

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