Capítulo395

Ese día, tras liberarse de los brazos de Rodrigo, Noa regresó a casa y pasó toda la noche sin dormir.

Tampoco salió ilesa, al volver se dio cuenta de que se había rasguñado el codo. La sangre se

mezclaba con el pus y una sensación ardiente y punzante le hizo torcer la boca, casi llorando.

Al haber escapado en secreto, no se atrevió a contarle a nadie, así que encontró una caja de

medicinas y se ocupó de la herida de manera muy básica. Luego, se acurrucó en la cama con su

oso de peluche, sintiéndose miserable, pero sin poder conciliar el sueño en toda la noche.

En medio de su confusión, vino a su mente una serie de recuerdos.

Recordó cuando fue obligada a comer en un sucio baño,

Recordó cuando los chicos que Jimena envió la arrojaron de cabeza en un basurero;

Recordó el ratón muerto en su mochila;

Recordó cómo Jimena rasgó y tiró a sus pies su novela favorita;

O

Recordó el piano en la sala de música… todo era una pesadilla que nunca desaparecería de su vida.

Jimena, Rodrigo.

Entonces, Rodrigo, ¿de verdad era mi hermano?

delgado de Noa estaba

sábanas mientras lloraba en silencio,

no era

sentimientos.

hermano de Jimena, seguía siendo su salvador. Si no fuera por él, quizás ya habría muerto en un accidente

y siguió un tutorial en línea

sería llevado por

terminar el pastel, lo guardó en el refrigerador y luego se dio unas palmaditas satisfechas

que abrió la puerta de la habitación, la expresión relajada de

instante,

Leona, sentada con una pierna cruzada sobre la otra,

con una sonrisa radiante que

dignas a saludar a tu hermana cuando la ves? -Leona golpeó sus recién

arrastrándolas palabras con un tono prolongado, -¿Acaso eres tonta? ¿No

hablar?

-murmuró Noa

te lleve a salir y te diviertas? -Leona

ampliamente.

necesario, hermana. No sé cómo divertirme, y si voy, solo te aburriré-

cabeza baja y temblando

segura de que no quieres ir? está bien

se levantó lentamente, la miró con desdén

que nos acerquemos, pero si no quieres,

de la habitación con las manos a

suspiró aliviada y entró en la habitación con

sorprendida hacia la cabecera de la cama y revolvió desordenadamente

almohadas que estaban

de peluche que

-Osito… mi osito… Leona.

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