Mi Frío Exmarido

Capítulo 295

Dorian se giró para mirar a su amigo: “Vaya, parece que la conoces bien.”

Rufino no dijo nada.

“Tan solo has sido su jefe por unos años, pero parece que tienes bien claro cómo es ella.” Ladeó la cabeza observándolo, “¿Por qué nunca has dicho nada sobre mi carácter?”

Rufino se quedó sin palabras.

“No es eso…” finalmente encontró su voz, “Solo estoy tratando de darte un consejo de amigo, ¿qué te dije que te molestó tanto?”

“Nada.” Él respondió con indiferencia, sus ojos oscuros aún lo escudriñaban, “Estoy analizando si estás preocupado por mí o si te preocupa que el talento que te costó tanto trabajo encontrar se te escape otra vez.”

Rufino no respondió.

“Me da la impresión de que tienes miedo de que se te vaya y vienes corriendo a pedir mi ayuda para retenerla”, continuó Dorian.

Rufino suspiró y volvió a poner su brazo sobre los hombros de Dorian, “Ahora entiendo por qué Amelia decidió alejarse. Para vivir contigo, primero tienes que aprender a ocultarte y hasta desarrollar habilidades de contraespionaje.”

Al terminar, vio cómo la boca de Dorian se curvaba levemente, aunque sus ojos no mostraban ninguna sonrisa:

“Ella no necesita aprender nada, sus habilidades son mucho mejores que las mías.”

Su amigo observó cómo cambiaba su expresión: “¿Hay algo que no me estás diciendo?”

“No hay nada.”

apartó de él, se levantó y caminó

la puerta

todavía preocupado por él, decidió dejar de fingir y dio un paso adelante para recordarle: “No te olvides de estar

es algo de lo que un jefe deba

respondió

mi empleada, su estabilidad afecta directamente a los

para que no se

seguía mirándolo expectante, le echó un vistazo: “Ya está, conozco bien mi propia situación, no te comportes como Yael, preocupándote por cosas que no

bien pagado.” Replicó Rufino con molestia, “Como si nos importara tanto tu problema. Con mucho esfuerzo conseguí que Amelia se uniera a la empresa e incluso

la tumba de tus ancestros.” Dorian

quedó

y paguemos las deudas poco a poco.”

del dormitorio se cerró

sí mismo, se volteó y vio la copa de vino que acababa de servir en la mesa, se acercó, la tomó con intención de beber, pero la detuvo justo antes de

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esa cercanía la que lo llevó a ir a averiguar qué estaba pasando cuando escuchó que

él conocía.

también tenía sus propios intereses en juego, temía que Amelia se asustara por

contra un muro y si lo hacían, buscarían la manera de derribarlo para seguir adelante. Rufino temía que, a sus espaldas, buscaran causarle problemas a Amelia y la hicieran huir. Amelia era un talento que le había costado mucho conseguir,

prometedora de todo el equipo, así que antes de que Amelia se hiciera famosa por sí misma, Rufino quería que estuviera en

debería existir una

de

aunque al menos había cerrado la puerta y