Mi Frío Exmarido

Capítulo 684

Capítulo 684

Esa ligera resonancia como de una piedrecita cayendo en un lago sereno, provocaba que el corazón ya acelerado de Amelia palpitara aún más fuerte.

Era consciente de lo que significaban estos encuentros tan intensos y continuos con Dorian en los últimos días.

Y también sabía que no rechazaba el contacto fisico con él.

De hecho, lo ansiaba.

Cuando él inclinaba su cabeza para besarla, esa unión de labios que la abrazaba con fuerza le provocaba una sensación casi de querer llorar, una especie de añoranza agridulce y satisfactoria, la sensación de que ese hombre la amaba profundamente. No podía describir exactamente ese sentimiento.

No sabía si era un eco de cómo se sentía antes de perder la memoria.

Si no eran cariñosos en su día a día, entonces esos momentos de intimidad en la cama podrían ser los más cercanos y añorados por ella, si es que realmente lo había querido como él decía.

De ser así, pensaba que la Amelia del pasado era un poco lamentable.

Pero no entendia por qué antes no eran tan unidos.

Dorian era un hombre tan considerado y tierno,

Con la mirada ligeramente complicada, observó su apuesto rostro tan cerca.

Dorian claramente notó que ella estaba distraída y lentamente detuvo su beso, levantando la vista hacia ella.

Ella también lo observaba, con ojos brillantes que escondían una complejidad y distracción.

Por un instante, él casi creyó que la Amelia que compartía sus recuerdos había regresado y el agarre en su cintura se tensó de repente.

Como si de repente recobrara la conciencia, la mirada de Amelia se volvió confusa y avergonzada, y con torpeza levantó la mano tratando de apartarlo.

Dorian no le concedió ese deseo sus labios, que aún la presionaban, se fundieron de nuevo en un beso impaciente y algo descontrolado. Su brazo fue retirándose del respaldo de la silla de la computadora, para deslizarse entre su cabello, sosteniendo la nuca. La besó con urgencia.

El cuerpo de Amelia se curvó en un arco seductor y ella se encontró de pie, entre la maraña de besos, empujada contra el escritorio, con la espalda presionando contra el borde, inclinando inconscientemente la cabeza en un beso apasionado, mientras su ropa se aflojaba en el intenso forcejeo, acompañado por suspiros cada vez más pesados.

habitación, sin siquiera llegar a la

descendiendo y subiendo lentamente, deteniéndose en el camino de ida y vuelta del roce

abrió sus ojos nublados, mirándolo confundida.

reflejaba total confianza e inocencia y era precisamente por no tener los recuerdos de esos años de dolor, que

se sentía como un gran canalla, aprovechándose de su

se distrajo. Ese momento en que él pensó que ella había vuelto, hizo que añorara intensamente y al mismo tiempo se

forzándose a soltarla y luego hundiéndose una y otra vez en su abrazo. Con

emocionales de Dorian, y con una sonrisa incómoda lo

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Capitulo 684

Capítulo 684

como de una piedrecita cayendo en un lago sereno, provocaba que el corazón ya acelerado de Amelia palpitara aún más fuerte.

de lo que significaban estos encuentros tan intensos y continuos con

que no rechazaba el contacto

hecho, io

labios que la abrazaba con fuerza le provocaba una sensación casi de querer llorar, una especie de añoranza agridulce y satisfactoria, la sensación de

sabía si era un eco de cómo se

a día, entonces esos momentos de intimidad en la cama podrían ser los más cercanos y añorados por ella, si

ser así, pensaba que la Amelia del pasado era un

por qué antes no eran

hombre tan considerado y

complicada, observó su apuesto rostro tan cerca.

y lentamente detuvo

también lo observaba, con ojos brillantes que escondían una complejidad y distracción.

él casi creyó que la Amelia que compartía sus recuerdos había regresado y el agarre en su

mirada de Amelia se volvió confusa

de nuevo en un beso impaciente y algo descontrolado. Su brazo fue retirándose del respaldo de la silla de la computadora, para deslizarse entre su cabello, sosteniendo la nuca.

en un arco seductor y ella se encontró de pie, entre la maraña de besos, empujada contra el escritorio, con la espalda presionando contra el borde, inclinando inconscientemente la cabeza en un beso apasionado,

a la habitación, sin siquiera llegar a la

y lengua a su cuello pálido obligado a arquearse, descendiendo y subiendo lentamente, deteniéndose en el camino de ida y vuelta del roce de

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