Capítulo 3859

De pie en el asiento del acusado, Daniel miró a Verónica con ojos resentidos y gritó en voz alta: “¿Por qué no respondes? ¿Tienes miedo de revelar tu romance con Mason en público? Solían llamarse hermano y hermana, pero ahora son amantes. Me tomaste por tonto. ¿Quién sabe qué tipo de cosas ilícitas hiciste en ese entonces? Tal vez ya se acostaron juntos…”

Antes de que Daniel pudiera terminar sus palabras, ya fue silenciado y reprimido por el alguacil.

El juicio también fue aplazado temporalmente.

Verónica le dijo a Mason: “Lo siento”.

“No necesitas disculparte por esto”, dijo Mason.

“Tal vez después del juicio de hoy, estas cosas saldrán a la luz en los medios de comunicación”, dijo Verónica preocupada.

“Aunque se publique, encontraré una manera de suprimirlo”, dijo Mason. “No me arrepiento de lo que hice en ese entonces. Si no lo hubiera hecho, tal vez no nos hubiéramos encontrado”.

Después de reflexionar un momento, Verónica dijo: “Creo que incluso si no hubieras hecho eso, no nos habríamos extrañado. Los sentimientos de Dan por mí no eran tan profundos, y mis sentimientos por él eran solo un enamoramiento juvenil. Tenemos demasiadas diferencias en nuestros valores. Incluso si estuviéramos juntos, probablemente nos separaríamos después de un tiempo”.

con él, no quiero que tus sentimientos por él se fortalezcan

Verónica. “En mi corazón sólo estás tú”.

Finalmente quedó satisfecho.

juicio continuó y las emociones de Daniel parecían haberse calmado, pero seguía mirando a Verónica y Mason con ojos resentidos.

llegó el veredicto y Daniel

prisión.

cuando los guardias de la prisión se llevaban a Daniel, de repente se volvió hacia Verónica y Mason y les dijo: “Los maldigo a ambos. Nunca serán felices en sus vidas. ¡Un día, se

maniáticamente, y aunque la risa desapareció con él, el disgusto que trajo consigo permaneció.

Verónica.

de regresar de la corte a la familia Reed, Ver intercambió algunas palabras con ellos antes de retirarse a su

forma de desahogarse y que su supuesta

entró con una taza de leche en la mano. “No tienes muy buen aspecto. Te calenté

y bebió unos sorbos de la leche tibia, lo que alivió un

ves bien desde que regresaste. ¿Qué te

—N-nada —respondió Verónica.

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