Francisco se acercó a ella y Anthony le entregó la mano de su hija.

Noemí miró a Francisco y se paró con él frente al maestro de ceremonias.

El maestro de ceremonias miró a Naomi.

“Sra. Naomi Topaz, tome a este hombre para que sea su esposo, para que vivan juntos en matrimonio, para amarlo, honrarlo, consolarlo y cuidarlo en la enfermedad y en la salud, abandonando todo lo demás, porque como mientras ambos vivan?”

Naomi miró a Francisco y dijo con una sonrisa: “Sí, quiero”.

El maestro de ceremonias miró entonces a Francisco.

“Señor Francisco Boucher, tome a esta mujer por esposa, para vivir juntos en matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla, y cuidarla en la enfermedad y en la salud, abandonando todo lo demás, porque como mientras ambos vivan?”

Francisco no dudó.

“Hago.”

Luego le levantó el velo con delicadeza, la besó en la mejilla y ambos intercambiaron anillos en medio de los aplausos del público.

El maestro de ceremonias sonrió y anunció: “Ahora los declaro marido y mujer, ¡felicidades!”.

Naomi se quedó mirando el anillo de diamantes, que tenía grabadas las iniciales de Francisco, sentado en su dedo anular y luego lo miró.

“A partir de hoy, él es mi esposo y yo soy su esposa”

Francisco le acarició la mejilla con la palma de la mano.

“¿Está feliz, señora Boucher?”

arrojó a sus

cabeza y se secó las lágrimas en secreto. Se resistía a ver a su hija dejar su

se apoyó en el hombro

fructificación del amor de

sus brazos alrededor de sus

feliz, podemos hacer esto todos los días”. Maisie

qué nuestro ‘cupido’ no

Él sonrió.

no

Naomi se sentó en la

pasos que gradualmente se hicieron más y más fuertes y finalmente se detuvieron justo afuera de la puerta, Naomi giró

la puerta

de cabello que colgaban de su frente en la parte posterior del pabellón

“¿Estás nervioso?”

la mirada y sus orejas se veían extremadamente

“Si un poco.”

para besar su frente, la punta de su nariz y, finalmente,

Naomi temblaron y cayó sobre

besos se extendieron desde sus labios hasta su cuello y terminaron en sus

sentía muy extraño, pero no le

el miedo en ella, tal vez porque esa persona era él, el hombre al que amaba en

inconscientemente, Francisco chupó la lágrima que rodaba por el rabillo del ojo, y las gotas de sudor brotaron de sus sienes y gotearon

acercó a su

la única a la que

noche aún era

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